viernes, 12 de octubre de 2012

¿Una fractura incurable?


A este país lo han regido 26 Constituciones. No es un elogio. Todo lo contrario. Sólo unas pocas han sido en verdad instrumentos ideados para crear una república. La mayoría han sido meras reformas para justificar la permanencia en el poder y por ello, la génesis de un sinfín de montoneras que durante la segunda mitad del siglo XIX por poco desintegran a la nación.
La historia republicana venezolana ha estado signada por una trágica sucesión de rupturas que si bien han democratizando a la sociedad, también es cierto – y muy grave – que no han favorecido la robustez de las instituciones. Por ello, lamentablemente, vemos con buenos ojos esos llamados a refundar la república y toda esa retórica guerrerista que muy poco ha aportado a nuestro desarrollo.
Hablar de oligarquía en Venezuela – ésa que pudo desear El Libertador – resulta necio. La forma como se llevó a cabo la guerra de independencia determinó una ruptura total con el orden colonial. Y si bien la idea de los fundadores de la república fue una nación similar a la que Thomas Jefferson y los demás padres fundadores de la unión americana pensaran para Estados Unidos, no tuvo de hecho mayor vigencia. La capitulación de Miranda tras el desembarco de Monteverde en febrero de 1812 puso fin al orden constitucional establecido en la Constitución de 1811 y estableció de hecho – por la guerra de independencia – jefaturas surgidas como respuesta de la propia confrontación armada y de los constantes brotes de anarquía.  
La guerra nos independizó de los españoles pero por su magnitud y duración – únicas en los procesos emancipadores latinoamericanos – no permitió que los ideales republicanos de los Constituyentes de 1811 se hicieran práctica ordinaria. En su lugar sobrevino el desbordamiento de viejos resentimientos heredados de la época colonial y la desaparición de todas las estructuras sociales, para caer un largo proceso de anarquía y guerra que se prolongó cerca de un siglo.
Venezuela finalmente alcanzó la paz en 1903, cuando el general Juan Vicente Gómez – entonces vicepresidente – derrotó al general Nicolás Rolando en Ciudad Bolívar. Sin embargo, fue esa paz imperante desde 1899, año de la llegada de los andinos al poder, hasta 1935, cuando falleció el general Gómez, una paz lóbrega. Una basada en el terror y la hegemonía de un tirano. Y es por ello que, pese a las tentativas de López Contreras y Medina Angarita por legar un modelo democrático robusto, se sucedieron nuevas rupturas en 1945, 1948, 1958 y por último, a pesar del esfuerzo realizado por los líderes democráticos a partir de 1958, ésta que viene llevando a cabo el gobierno revolucionario desde 1999.
Hemos sido víctimas de la fragilidad de nuestro sistema republicano y de nuestras instituciones, en muchos casos tutelados por caudillos y en otros, por la bota militar, pero todos ellos incapaces de crear un genuino y robusto orden republicano democrático. Sólo entre 1958 y 1998 hubo un esfuerzo verdadero por hacerlo, pero vicios heredados de nuestro pasado político – sobre todo ese desdén por la institucionalidad – condujo a que por una parte los partidos del status perdieran el norte y por otra, propiciar aún entre los intelectuales y generadores de opinión un discurso antisistema.
La consecuencia de esa fragilidad institucional ha tenido en este gobierno revolucionario su más claro – y deleznable – ejemplo. Cada día más, se robustece la figura mesiánica del caudillo y se debilitan y sojuzgan las instituciones ideadas precisamente para imponer el Estado de Derecho más allá de las apetencias de un hombre o un grupo. No es nuevo, ni aquí ni en otros países que ya lo han ensayado con resultados trágicos para sus pueblos. La Alemania nacionalsocialista o la Rusia comunista. No obstante, siempre podemos bregar cada día más para imponer la única y verdadera revolución: la de constituir una sociedad libre, pensante y severamente crítica.
Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado

jueves, 11 de octubre de 2012

Y dale con el socialismo


Otra vez vuelven a decir que el socialismo es democrático. Y eso es falso. Uno y otro se excluyen. El socialismo democrático del que hablan muchos no es en esencia un socialismo. Existe, sí, una democracia "socialiizada" que comúnmente se le conoce como socialdemocracia y democracia cristiana (corrientes de centro-izquierda), pero es esencialmente una democracia regida por los postulados básicos de la democracia (separación clásica de poderes, alternabilidad en el poder, respeto por la propiedad privada  y  las minorías disidentes, consenso, etc.). Las naciones europeas que por lo general tildan de socialistas no lo son realmente. Son democracias y si somos más precisos, son en muchos casos monarquías constitucionales, porque los reyes no son compatibles con los principios básicos de la democracia (aunque se comporten de hecho más democráticamente que otras repúblicas que se precian de serlo). En esas naciones alternan en el poder partidos de centro izquierda y de centro derecha porque son fundamentalmente democráticos y ni una ni otra cambian las reglas básicas del sistema (y menos para justificar la permanencia ad-perpetuam de un mandatario en el poder).
El socialismo no puede ser democrático. Menos aún éste que por lo visto plantea el gobierno revolucionario, cuya filiación ideológica es el Socialismo del Siglo XXI que sin lugar a dudas propone la ELIMINACIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA al menos de los medios de producción. El socialismo propuesto por el gobierno revolucionario plantea en primer lugar, la abolición gradual de la propiedad privada y, en segundo lugar, la sustitución del sistema descentralizado tradicional (reparto del poder político verticalmente en poderes nacional, regional y local) por un sistema de comunas. Y por esa razón a la URSS se le conocía como Unión de Repúblicas SOCIALISTAS SOVIÉTICAS (Soviet significa comuna).
Hay que tener presente que el modelo propuesto para Venezuela desde el gobierno revolucionario es COMUNISTA (ese comunismo retrógrado que hundió en la pobreza a todas las naciones que lo ensayaron). Estoy seguro que el 55% de los venezolanos que votó por la opción revolucionaria ignora lo que realmente significa vivir en socialismo. Si queremos en verdad impedir que éste se instituya en nuestro país, expliquemos pues la incompatibilidad del socialismo (también conocido como Socialismo de Estado) hasta el hartazgo.

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado 

lunes, 8 de octubre de 2012

Yo soy de centro


No creo en el socialismo. El discurso perverso que justifica regalarle al pobre lo que otros han ganado con esfuerzo es a mi juicio, una injusticia soberbia. Mucho más si ese premio demanda una lealtad servil al caudillo, al amo. Creo en el modelo liberal capitalista que debe su nombre a dos virtudes democráticas: la libertad y la libertad para generar capitales.
El capitalismo democrático no supone privilegiar al rico, como lo dicen quienes creen en el socialismo. Supone fomentar la generación de capitales para beneficiar a la sociedad con empleos y la circulación del dinero, fuente generadora de prosperidad. El dinero es como un río, debe fluir a través de los cultivos para que todos cosechen y de ese modo, la comarca toda gane. Si el dinero lo represa el Estado, se estanca y mientras el cultivo del Estado se pudre, los demás se secan. Nadie gana.
Mi esfuerzo debe retribuirse en dinero, mi mayor esfuerzo debe retribuirse en más dinero. Si por el contrario, mi menor esfuerzo se premia con dádivas, nadie gana. Y si nadie gana, todos perdemos. El socialismo propone eso, privilegiar al pobre por el solo hecho de ser pobre. Y si privilegiamos al pobre por serlo, ¿quién va a desear esforzarse? Si se premia al que prefirió ver al zorro en vez de estudiar, ¿para qué voy a estudiar?
El capitalismo democrático supone reglas. Supone el establecimiento de reglas claras para las clases trabajadoras, los empleadores y el Estado. El capitalismo democrático supone el equilibrio de fuerzas entre los amos del capital (que arriesgan su dinero para ganar dinero, claro, pero también para generar empleos), los empleados (que a cambio de un salario competitivo aportan su fuerza de trabajo para que el dueño del capital gane dinero) y el Estado, como ente regulador (preferiblemente con la menor carga laboral posible para que no se comporte como un patrono explotador). El socialismo en cambio, implica un Estado empleador, que se comportará como el peor de los explotadores del siglo XVIII.
El capitalismo permite crecer, mejorar, enriquecerse, ser libre y lo más importante, dueño del destino propio. El capitalismo permite crear capital y riqueza para la mayor cantidad de personas, claro, bajo un esquema de reglas claras preestablecidas.  El socialismo, por el contrario, convierte a los ciudadanos en lacayos cada vez más pobres, cada vez más dependientes del Estado y por ende, más dependientes del gobernante de turno.
Por eso, yo soy de centro. 

Un país de lacayos


El sueño reparador tardó en llegar anoche. Por ello, inmerso en sensaciones de dolor, de estupor, de hastío, tuve que reflexionar. Preguntarme por qué otra vez, a pesar del deplorable estado en el que 14 años de desidia gubernamental han ido legando hasta hacer de Venezuela esta ruindad pasmosa que es hoy.  No puedo creer que sea nuestra idea equivocada y que los más de 160 mil muertos a manos del hampa no pesen para evitar que esta pesadilla continúe. Pero desde el balcón de mi casa observé como la ciudad celebraba el triunfo de un hombre que ha encarecido nuestras vidas en 1200%. Estaba atónito.
Fogonazos y cohetones reventaban como si obtuviésemos la libertad que este señor nos ha robado para regalársela a los hermanos Castro. Se escuchaban los cornetazos de los automóviles, como si hubiese algo que festejar después de 14 años de sufrir el peor gobierno que haya padecido este país en su historia y para muchos, haber perdido  los mejores años. Y triste, adolorido, porque siendo un hombre que ya he sumado unos cuantos cumpleaños me veo más pobre, reflexioné. Y sólo encuentro una respuesta posible: somos una sociedad espiritualmente pobre, incapaz de ver más allá de la inmediatez. Somos un pueblo mendicante, que lejos de desear el socialismo que pregona ese señor, sólo buscamos sumarnos al carnaval de dinero regalado por el Estado sin más contraprestación que vestir una franela de color y votar por el caudillo. Carnaval insuficiente, claro, para que el mendigo vuelva a por más.
Somos pues, un país tercermundista. Un país que no busca desarrollarse con el esfuerzo de sus ciudadanos, con el trabajo responsable, lo cual no parecen ser valores intrínsecos en nuestra sociedad. Somos un país que sigue a un caudillo porque no ha sido capaz de ver más allá del espejo que éste nos ha puesto para mirar siempre al pasado y, entonces, verlo como una presencia invencible, un único e inequívoco referente. 
Yo no puedo ni quiero vivir en un país donde los valores están trastocados al punto de ver en ese señor a un caudillo, figura repugnante heredada de nuestros episodios más tristes y deleznables. No puedo ni quiero vivir en un país que escucha zoquetada de  cuanto mediocre surge por ahí. No puedo ni quiero vivir en un país donde Kiko Bautista y Martín Pacheco sean referentes.
No obstante, no puedo ni quiero irme de éste, mi país; tanto como de ésos que, ebrios por el triunfo de la barbarie, pretenden excluirme sólo porque creo que este país necesita otro norte. Por eso, tengo que vivir mi luto, lamerme las heridas y seguir reflexionando, para regresar, lo más pronto posible, al noble trabajo de crear patria. Y la única forma de crear patria es creando ciudadanos, no lacayos de un caudillo.
Perdón por la amargura pero hoy no hay nada dulce que me aminore este mal sabor. 

jueves, 20 de septiembre de 2012

Un país de buhoneros


Chávez ha destruido la economía. Los empresarios han dejado de ser grandes industriales para convertirse en industriales de maletín. Salvando honrosas excepciones que aún luchan por producir a pesar del socialismo impuesto a juro desde las cúpulas gubernamentales sin derecho alguno para ello, los nuevos industriales venezolanos no producen. Sólo viajan al exterior y gastan el dinero de PDVSA.
La empresa privada venezolana apenas sobrevive, asfixiada por un sinfín de leyes. En su lugar, unos cuantos “vivos” compran caraotas en Nicaragua o carne en Brasil. Ejecutivos de maletín van y vienen como compradores de la estatal petrolera, que desvía recursos para el mantenimiento de los pozos y refinerías para adquirir productos que indiscutiblemente podrían producirse localmente, amén de las cuantiosas comisiones que estos negocios de maletín pagan a sus ejecutivos.
La economía pues, está ahora en manos de ejecutivos de maletín que no producen nada. Como ya dije, sólo gastan el dinero de PDVSA y cobran por ello cuantiosas sumas de dinero. Mientras tanto, el sector industrial decrece y con éste, el comercio, por ende, la demanda de servicios disminuye. De todo esto sólo va restando unos pocos ejecutivos enriquecidos de la noche y a la mañana y desde luego, una sociedad empobrecida hasta hacerla sumisa a las decisiones del caudillo, génesis de toda esta economía improductiva.
Si no producimos, no hay nada que distribuir. Y PDVSA no puede soportar toda la carga económica del país. Si seguimos por ese camino, habremos matado a la gallina de los huevos de oro. Y del otrora país próspero que fuimos alguna vez irá quedando una sociedad pobre dedicada a la buhonería de cosas y servicios. ¿Es ése el país que quieres para ti y tus hijos?

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Bejucos sin culebras


Restan muy pocos días para las elecciones. Chávez no convoca como antes y por ello, sus mítines lucen desganados. A pesar del empeño puesto por sus compañeros de partido y del plan 1x10 aplicado por las patrullas del PSUV, el candidato a la relección no logra concentrar las multitudes de otros tiempos.
El periodista Francisco Pérez, del Carabobeño, reportó en su columna del lunes pasado (17/9/2012), que el propio Chávez reconoció ante sus familiares la posibilidad de perder las elecciones. La concentración y caravana por la populosa Catia – otrora bastión del chavismo – no pudo ser más pobre. El periodista  Nelson Bocaranda refiere en su página Runrun.es de la cólera del candidato, tanto que hoy reporta la posible salida de Jorge Rodríguez y Blanca Eekhout del Comanda Carabobo, así como las tristes palabras del diputado Freddy Bernal, rogando a la gente que reflexionara y cambiaran su voto a favor del presidente.
La campaña sucia dirigida desde otros sectores parece revertirse contra el Comando Carabobo y su candidato. La actitud del candidato Capriles frente al video del diputado Caldera resultó ser un contundente golpe a la apatía gubernamental para investigar los numerosos casos de corrupción de este gobierno. La respuesta de Herman Escarrá sobre sus declaraciones acerca del documento secreto de la MUD les dejó el gallo muerto en la mano a David de Lima y al diputado William Ojeda. En los  diarios de ayer, el abogado constitucionalista dejó en claro que él sigue apoyando a Capriles y que si bien alguien pudo redactar el documento, él aseguró que no forma parte del programa de gobierno del candidato Capriles.
La guerra de encuestas no se corresponde con lo que se ve en las calles. Al parecer, la conexión mágico religiosa con Chávez ya no existe. El pueblo, que antes se volcaba a las calles para saludarlo, para tocarlo, hoy ni siquiera asiste a los mítines, a pesar del esfuerzo de las patrullas del PSUV por llevarlos arreados y en algunos casos, obligados. Y por el contrario, el candidato Capriles concentra muchedumbres a su paso por los pueblos y ciudades de este país. Yo lo vi en Curiepe.
Sé que muchos temen que el día de las elecciones no se concrete el triunfo del candidato de la MUD. Y yo les recuerdo que, tanto como aquél que ha sido mordido por una culebra y por ello no mete la mano en bejucos, los opositores temen decepcionarse el 7 de octubre próximo. Pero no es más que miedo, el mismo que siente el que ha sido mordido por una culebra… el mismo que siente cualquiera que ha sufrido un dolor intenso. Y debo decirlo, no hay culebras en esos bejucos, así que vote, vote sin miedo este 7 de octubre, que sólo así lograremos impedir las trapisondas de temerarios, bravuconadas de perro y otras semejantes. Votemos todos este 7 de octubre sin miedo para restituir la democracia robada hace 14 años por este proyecto delirante.  
Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado

martes, 18 de septiembre de 2012

La hojarasca sobre las charcas


No soy periodista. Sin embargo, ayer, que VTV rompió el celofán con unas declaraciones del abogado Herman Escarrá Malavé sobre el supuesto documento secreto de la MUD, se hizo toda una polémica que a mi juicio, demuestra la banalidad de la sociedad y la inmediatez de muchos periodistas, que se precipitaron a generar noticias sin ahondar en los hechos.
En horas de la noche, el mismo protagonista de la noticia aclaró que él sigue creyendo en el candidato Henrique Capriles y que éste fue electo en unas primarias transparentes. Hoy señala que sigue siendo opositor y que duda mucho que ese documento haya sido parte del programa de la MUD. Igual ocurrió el jueves pasado, con el video del diputado Caldera. En horas de la tarde, el propio asambleísta aclaró quien era el interlocutor del video, cuyo rosto y voz fueron desnaturalizados; para qué era el dinero, su campaña como candidato a alcalde del municipio Sucre; y el monto de la contribución. Habría que ver si es verdad. Pero lo más grave fue que esa inmediatez condenó sumariamente al diputado Caldera que aún hoy, después de hechas las aclaratorias, sigue siendo acusado de traidor y de corrupto por tirios y troyanos. Otra cosa es, como ya dije, que deba probar el asambleísta si ese dinero era en efecto para su campaña.
Ese mismo jueves, no obstante, una noticia, por lo demás muy grave, también aparecía en los medios. El exmagistrado Eladio Aponte confesaba la comisión de delitos de lesa humanidad por orden directa del presidente Chávez. Mientras la noticia candente era el video mal montado en contra del diputado Caldera (con fines aparentemente similares a los perseguidos por Vladimiro Montesinos durante el fin de la era Fujimori), otra noticia, ciertamente conocida desde antes por la entrevista realizada en Costa Rica al exmagistrado Aponte, daba cuenta de la comisión de un delito muy grave por parte del presidente. Soy abogado y sé bien de probanzas, pero lo explicaré después. Por ahora cierro este párrafo diciendo que en general, nuestros periodistas, en éste y aquel lado, se limitan a lo superficial. No escarban en los hechos para hallar lo realmente subyacente, sea porque descuidan la acuciosidad del buen reportero o por razones más deleznables.
En cuanto al documento de la MUD, basta decir que no hay pruebas fehacientes de su existencia más allá de testimonios cuestionables por las motivaciones de los testigos o insinuaciones imprecisas de algún texto seguramente desechado. El caso Caldera no constituye hasta ahora un delito, salvo por la filmación del video (que sí es violatorio de las leyes); y en todo caso, la investigación debe centrarse sobre el destino del dinero, sobre todo porque se trata de un diputado. En cuanto al abogado Escarrá sólo digo que se precipitaron, porque al fin de cuentas, lo único que dijo es que alguien pudo redactar el documento y que sería infausto, pero jamás dijo que era parte del programa de la MUD, como lo ha ratificado este martes.
Otra cosa debe decirse del caso Aponte. El exmagistrado involucró al presidente Chávez en la comisión de delitos de lesa humanidad en contra de los comisarios presos por los sucesos del 11 de abril del 2002. Si lo hubiese hecho a un reportero, como en efecto lo hizo en Costa Rica o incluso, como un testimonio, sería éste cuestionable, igualmente por las motivaciones del testigo. Pero lo hizo en el marco de una confesión que lo incrimina a él en delitos de lesa humanidad. Y supongo que tanto como yo, sabrán ustedes que la confesión es la reina de las pruebas. Desde luego, no abarca la confesión del exmagistrado Aponte lo suficiente para constituir plena prueba en contra del presidente Chávez. Muy lejos de eso. Pero sí puede tenerse como una presunción de buen derecho y servir cuando menos de indicio para abrir una investigación exhaustiva en su contra. Por mucho menos han renunciado otros mandatarios.
Esta semana no sólo fue una demostración de lo ruin que pueden ser las personas cuando del poder se trata, sino que vimos además (y mucho más grave) lo superficial que somos. Vienen días muy duros. Necesitamos por ello, hacer un esfuerzo por ahondar más allá de la hojarasca que flota sobre las charcas.  

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado

viernes, 14 de septiembre de 2012

La ética como patrón


Los griegos antiguos no tenían esta noción del pecado que hemos heredado de los judíos, al menos en el mundo occidental. Su concepto del buen vivir no se basaba en actos considerados pecados como tales, sino en la virtud. Y de esa falta de virtud podía uno merecer el tártaro, que en el reino de Hades equivale al infierno judeo-cristiano. Pero no hablemos de las miserias del averno, que no es de eso de lo que quiero hablar. Hablemos de qué constituye realmente una conducta ética, omitiendo las connotaciones religiosas.
     Escucho a los revolucionarios ufanarse de su ética y sobre todo, que ésta se basa en su amor incondicional por los más pobres (como si los demás importasen un bledo). Y yo, que no comparto su visión de la sociedad y mucho menos su entendimiento económico, me pregunto si será que a mí los pobres me importan un carajo. Sé que ése no es el caso. Como sé también que la señora Ángela Merkel se preocupa igualmente por los más pobres. Esa arrogancia socialista me resulta repugnante y soberbia. Aún más, me luce ofensiva y discriminatoria. Sobre todo porque nadie como ellos han hecho tan poco por resolver el problema de la pobreza.
     Una cosa es abanderarse pues, como adalid de los pobres y otra muy diferente hacer algo verdaderamente eficiente para corregir las fallas estructurales que mantienen a las clases más pobres en la pobreza. Puede decirse de hecho, que el socialismo ha hecho mucho por mantener a los pobres en la pobreza y sumarle a ésta a todos los que durante su reinado va empobreciendo. Mientras tanto, a pesar del discurso de los socialistas, no puede negarse, seriamente, que en los “oprobiosos” regímenes capitalistas se vive mucho mejor. Y con más ética y solidaridad.
     La “ética” socialista se ha reducido pues, a adueñarse del poder con la excusa orwelliana de ofrecer un mundo mejor en un futuro incierto. La “corruptela” capitalista, por el contrario, ha conseguido elevar el estatus de millones de personas en el mundo. Y la verdad es que en el capitalismo democrático, los mecanismos para imponer los valores éticos son mucho más eficaces que los burocráticos procedimientos socialistas. Y la razón es muy simple, el capitalismo burgués no sólo no está reñido con los valores humanos, sino que por su propia naturaleza los impulsa. En cambio, las crecientes carencias que va generando el socialismo afloran lo peor de la naturaleza humana. Basta ver la dialéctica histórica de los dos modelos para constatarlo. Termino preguntando entonces dónde si vive mejor, en la Cuba socialista de los hermanos Castro o en los Estados Unidos de América...… 

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

No somos marcianos


El Correo del Orinoco, periódico vinculado al gobierno, ha publicado en su primera plana de hoy, que Chávez ganó el simulacro del pasado domingo 2 de septiembre, con un 86% de los votos. Por otra parte, la empresa Hercón ha asegurado que, de acuerdo a una “exit poll”, Capriles triunfó en los 7 Estados de mayor población, como lo refiere Notitarde. Por último, el diario español ABC afirma que, por una encuesta a boca de urna realizada durante el simulacro por la empresa IVAD por encargo de Odebrecht, el candidato opositor ganó con un 53% contra 45% del candidato oficial. Cabe destacar, como lo refiere La Religión de hoy, que IVAD es la encuestadora citada por los oficialistas y que asegura una marcada tendencia a favor del candidato a la reelección.
La información de El Correo del Orinoco procede del comando Carabobo, por medio de su vocero, Jorge Rodríguez. Hay que aclarar no obstante que, según lo dicho por el rector Vicente Díaz, no se totalizaron actas, por lo que no hay en verdad un resultado del simulacro, salvo los que se pudieran obtener a través de los “exit polls”. Las notas de Notitarde y ABC, en cambio, proceden de empresas que en efecto, sí hicieron encuestas a boca de urna. Pero como digo una cosa, también digo la otra, el triunfo de Capriles en el simulacro sería sólo una muestra de lo que han asegurado las encuestas de Consultores 21 y Varianzas, una tendencia a que Chávez permanezca estancado y Capriles se adelante para un triunfo del actual gobernador de Miranda sobre el presidente.
La verdad es que, hoy por hoy, el panorama luce confuso. No dudo que, en efecto, las encuestas sí determinen un empate técnico, como lo afirman variadas firmas encuestadoras, y eventualmente, una tendencia de Chávez a quedarse estancado y de Capriles a irse adelante, gracias al voto de los indecisos. Sin embargo, preocupa que luego de 14 años de una pésima gestión de gobierno y consecuentemente, el resultante estado ruinoso del país, Chávez no esté peor. Hay pues, una conexión mágico-religiosa entre el caudillo y sus seguidores más fervientes, que aún suman un importante número, como lo ha dicho Hinterlaces.
No somos, sin embargo, marcianos. La gente advierte que a Chávez le estalló, en el peor momento, la ineptitud de su gobierno, basado esencialmente en la propaganda. Ya apurado por la cercanía de las elecciones, se incendió la refinería de Amuay por fallas de mantenimiento, con un saldo trágico de de 42 muertos y un centenar y medio de heridos, también tuvo lugar la crisis de la cárcel de Yare, en la que quedó cuestionada la capacidad del gobierno para controlar los penales, se cayó el puente sobre el río Cúpira por la falta de mantenimiento, incomunicando al oriente del país, amén de la persistente escasez de productos, la insuficiencia del salario, la inseguridad que ha imperado larga e impunemente en las ciudades y un largo etcétera que me luce consistente con las cifras de Consultores 21, Varianzas y las “exit polls” del simulacro. Y es que, ciertamente, no hay en este mundo, una sociedad tan rematadamente imbécil para reelegir a un gobierno tan incapaz, por lo menos en unas elecciones medianamente libres. Y nosotros no somos pues, la excepción a la regla. No somos tan diferentes de otras sociedades.
No me resultaría extraño pues, que, puestas de lado todas las encuestas, Henrique Capriles Radonsky no sólo ganase las elecciones del 7 de octubre próximo, lo cual se siente en las calles, sino que lo lograse con una ventaja mayor a la esperada. 

Caracas, 5 de septiembre de 2012

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado

jueves, 30 de agosto de 2012

MIRANDO DESDE LA LOMA


   Solía divertirme, de muchacho, subiendo al Ávila. Me fascinaba la preciosa vista del valle caraqueño, con sus calles, muchas veces ocultas bajo el boscaje propio de esta vegetación persistente, los famosos techos rojos de los que hablaba Juan Antonio Pérez Bonalde en su poema “Vuelta a la patria”, las quebradas que surcaban el estrecho valle y el río, siempre contaminado y fétido, pero que desde lo alto serpenteaba desde el oeste capitalino hasta escaparse por detrás de la loma de Petare, los campos de golf, del Country Club, del Valle Arriba, el trepidar de los autos y las motos incesantes... en fin, esa ciudad que, recordando a José Ignacio Cabrujas, era maravillosa y terrible. Aprendí entonces a querer a Caracas porque la podía contemplar desde ese parque hermoso, esa bendición de la que a diario gozamos los caraqueños, el sultán a cuyos pies se rinde la odalisca enamorada.
     Hoy por hoy, luego de 14 años de desgobierno, sólo nos va quedando un recuerdo de aquella otra Venezuela de la que nadie pensaba emigrar. Al contrario, era destino de otras culturas, que, por la razón que fuere, en este terruño, se hicieron ellos un nuevo hogar. Aquella Venezuela que de niño aprendí a querer en las lecciones de lectura de Ediciones Cobo, con sus relatos de un viaje de no recuerdo qué personaje con su tío por el occidente venezolano. Y como de muchacho, que subía al Ávila para contemplar a Caracas, hoy me subo a una loma imaginaria para ver a mi país, al que quiero, del que no deseo emigrar y en el que viven mis afectos más preciados. En medio de las ruinas que este proyecto revolucionario nos va legando, puedo reconocer al país en el que crecí. Sé que está ahí, bajo los escombros.  
    No vale la pena mencionar esto o aquello, regodearse en las miserias particulares, que al fin de cuentas, errores hemos cometido todos, antes y ahora. Sin embargo, podemos encarar el futuro con otra visión. Una mucho más optimista y genuinamente progresista. Salgamos del bosque, del cual sólo vemos troncos, malezas, matojos, para ver, desde lo alto, su majestuosidad y su hermosura. No nos conformemos pues, con  un tronco, un árbol, una orquídea, por hermosos que sean. No obstante, para ascender hasta esa cumbre desde la cual poder contemplar el paisaje, debemos primero reflexionar sobre nosotros mismos y qué queremos, cuáles han sido nuestros errores, para perdonárnoslos y avanzar hacia el desarrollo que nos merecemos.
    Somos lo que somos y si Chávez nos desgobierna e impone su proyecto, no culpemos a quien no debemos culpar, que sus desatinos en parte son nuestros por permitírselos. Él no se hizo del poder por las armas, como en efecto lo intentó. Él ganó unas elecciones porque una masa ingente, seducida por razones equivocadas, se dejó cegar por su discurso falso. El desdén con el que han conducido al país no nos es extraño ni es exclusivo de ellos. Chávez y su desgobierno son pues, el retrato de una sociedad en un momento dado. Otra cosa es que después de unos años, nos demos cuenta de cuánto nos hemos afeado, de cómo nos hemos desmejorado.
    La ruina de Venezuela no es responsabilidad exclusiva de Chávez. A todos nos ensucia la culpa. Debemos aprender primero a ser más eficientes en lo que no lo somos, a superar la soberbia y a aceptar que tenemos defectos, no para regodearnos en un tango lastimero, sino para estar conscientes de nuestras limitaciones y encarar seriamente y sin posturas dogmáticas los retos importantes que impone la contemporaneidad. }

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado

jueves, 23 de agosto de 2012

Una mirada al 7 de octubre


   Hay muchas encuestas. Unas dan triunfador al candidato-presidente, otras al candidato opositor. Unas arrojan cifras inverosímiles, otras ubican la contienda en un pugilato más o menos parejo. Y la verdad es que, vista la deplorable situación del país, sólo una me luce razonable y consistente con la realidad nacional: Chávez debería perder el venidero 7 de octubre por un margen lo suficientemente cómodo para el candidato opositor que impida maniobras tramposas por parte del gobierno.
    Ninguna encuesta refiere esa situación, salvo una, al parecer salida furtivamente de las oficinas del CNE, cuyos números no son para nada semejantes al del resto de las firmas encuestadoras, otorgándole al candidato opositor una ventaja de 25 puntos. Desde luego, no hay razones para darle credibilidad a esta encuesta de origen desconocido. Sin embargo, llaman la atención varios condicionantes que en buena lógica deberían traducirse en una merma considerable de la intención de voto por el candidato del PSUV y una recuperación robusta de la opción opositora.
    Entender la dimensión exacta de una campaña electoral trasciende a las encuestas, que no pocas veces han mostrado errores hasta del 1200% en sus apreciaciones. Basta citar la proyección esperada por las firmas encuestadoras, sobre todo las más respetadas, que auguraban un escenario ideal en las pasadas primarias de febrero con una votación aproximada de 800 mil votantes. ¡Votaron 3 millones de personas! ¿Recuerda alguien lo que dijo Jesse Chacón sobre un escenario en el que la oposición recibiera más de 2.5 millones de votos? Se requiere pues, para comprender a cabalidad como progresa una campaña electoral, de un análisis más o menos concienzudo acerca de una variedad de condicionantes, que van desde el carisma hasta la respuesta adversa de una sociedad exhausta por una gestión deplorable. Y las encuestas terminan siendo apenas un termómetro del clima electoral[1].
    Las primarias de febrero pasado fueron abiertas, por lo que, de acuerdo a Eduardo Semtei, por cada votante en esas primarias, habría 2.5 votantes a favor de la candidatura de Henrique Capriles para las presidenciales de octubre, por lo que, la oposición democrática ya tendría en su haber 7.5 millones de votos seguros[2]. Ésa sería la base cuantitativa de la opción por el cambio. Si se repite la abstención de otras elecciones, alrededor del 30%, y partiendo de un patrón electoral de 18 millones de votantes, según lo ha dicho el CNE, estamos ante un escenario de 12 millones 600 mil votantes, creo que un niño que sepa algo de matemáticas ya ve el triunfo de la opción de cambio muy clara.
     Sumemos, además, el 25% de indecisos, que de acuerdo al director de Datanalisis, Luis Vicente León, tenderían a irse más hacia la opción opositora que al continuismo. Si bien no todos votarían por el candidato de la MUD, al menos sí la mayoría. De ser verdaderas estas cifras, matemáticamente, el presidente Chávez entregaría el poder en enero próximo. Y no cito que, de acuerdo a Eduardo Semtei, el presidente tendría amarrados cuando mucho 4.5 millones de votos[3]. De esto, ya hablaremos luego.
     Javier Biardeau - sociólogo simpatizante del proyecto bolivariano - señala por su parte, que en efecto, sí ha habido un crecimiento de la base opositora y que además desconocen las causas por las cuales el electorado chavista percibe que al PSUV le está costando presentarse incluso como una gran maquinaria electoral. Que se advierte pues, un preocupante espíritu de desmovilización de las bases y de fallas organizativa[4].
    Eduardo Semtei dice, de paso, que el chavismo tendría a lo sumo, 4.5 millones de votos amarrados[5], como ya lo he citado antes. Habría pues, una brecha de 3 millones de votos asegurados para cada uno de los bandos, lo cual dejaría en claro que la MUD ya estaría triunfando.
    Entonces, ¿qué ocurre? ¿Por qué las diferencias entre las encuestas y estos números? ¿Por qué las encuestas dan a los candidatos más o menos las mismas opciones si no han variado los condicionantes desde las últimas elecciones? Lo dije en otro artículo mío[6], lo repito ahora, las encuestas simplemente yerran. Y lo digo porque, desde un punto de vista científico, la explicación más simple suele ser la más apropiada y ésta es que las firmas encuestadoras yerran sus pronósticos.
    En otras oportunidades, Datanalisis, considerada la más seria de las encuestadoras, así como otras de mayor o menor prestigio, han errado y por márgenes considerables. En parte, porque pueden haber utilizado metodologías imprecisas, porque hicieron mal las preguntas o infinidad de errores técnicos que obviamente, yo desconozco. O quizás, en algunos casos, porque de ese modo se crean matrices de opinión. Y no dudo que halla intereses, aún dentro de las filas opositoras, que, bajo la excusa de evitar la violencia y mantener la paz, prefieran mantener el status quo, como lo manifestó César Miguel Rondón recientemente en uno de sus editoriales[7].
     No creo pues, que esa encuesta supuestamente salida de las oficinas del CNE sea cierta. Y no lo creo porque al fin de cuentas, no hay modo de validarla. Sobre todo porque las que llevan la firma de sus autores, en general expresan otra cosa y no creo que todas estén tan desacertadas, o hay otro fenómeno en el tapete, como el miedo popular a responder con la verdad. Sin embargo, pese a los números de las demás firmas que aparecen por los medios, es ésa idílica encuesta la única que parece consistente con la realidad que vive el país, vista su precaria situación luego de 13 años, la cual mal puede esconderse (1.269% de inflación, alrededor de 140 mil muertes violentas, escasez de productos básicos, la ruina de la infraestructura y un largo etcétera), así como el creciente descontento, que se ve en las concentraciones del candidato opositor versus los mermados mítines del presidente (como lo ven incluso los psuvistas), amén de otros muchos factores.  
    No digo pues que ése sea el escenario, que el candidato del PSUV pierda por 25 puntos. Sin embargo, estoy convencido que el venidero 7 de octubre, los venezolanos van a preferir la opción del cambio que encabeza Henrique Capriles. Y no me asombraría que la brecha fuese mayor de la esperada.

lunes, 20 de agosto de 2012

Una paz sumisa no es paz


   El pasado domingo 12 de agosto, durante la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, recrearon el rostro del desaparecido cantante británico John Lennon. Un acto muy bonito, con un coro cantando “Imagine”. Muy emotivo. Rendían un homenaje a un buen músico, con talento sin lugar a dudas, pero, desde luego, muy lejos de ser el filósofo que alega el movimiento hippie, una de las bobadas más necias de la humanidad los últimos años. Y creo yo, humildemente, que el culto a esa pseudofilosofía de Lennon es una respuesta a la superficialidad que empaña la grandeza del momento actual.
   El otrora “Beatle” era en efecto un artista talentoso (desde luego en su género), vicioso de las drogas y portavoz de un discurso pacifista tonto. Sé que su reclamo era contra una guerra que los estadounidenses no deseaban pelear y que de hecho, la lograron acabar no su discurso o canciones, sino las viudas y las madres de los muchachos enviados a Vietnam. Sé que esa guerra era sólo parte de la horrenda maraña de la guerra fría y que en cierto sentido, podía tener razón. Pero hay guerras que, a pesar de resultar cruentas, son moralmente ineludibles, como lo fue la Segunda Guerra Mundial. Y es por esa visión necia de la paz - como la de Lennon - que ocurren desgracias como la que sucede ahora en Siria.
   Los pacifistas a veces pueden causar mucho daño. Si su discurso no es serio, si sólo se reduce a tratar de evitar la guerra a cualquier costo, su paz puede resultar demasiado costosa para que valga la pena. Y por eso repito, hay guerras que son moralmente inevitables. Algunas veces no hay lugar a negociaciones. ¿Podía negociarse con Hitler el exterminio de una raza? ¿Podía la humanidad negociar la superioridad de un pueblo sobre los demás?
   El mundo se ha vuelto superfluo. La banalidad lo corroe todo. Se hacen chistes sobre las tragedias humanas, olvidando el dolor ajeno, confundiendo el desatinado humor negro con el mal gusto. Se habla de paz y se mira al techo cuando algunos gobiernos violentan a sus pueblos. Y lo más grave, la gente confunde la paz con sumisión e impunidad. Y una paz así es la más horrenda forma de violencia.
   Hay que abogar por la paz del mundo, claro. Hay que tratar de impedir las guerras, por supuesto. Pero en nombre de la paz no podemos permitir que unos pocos violenten a otros. En nombre de la paz no podemos permitir tragedias como la de Siria. La paz debe ser impoluta. La paz debe cimentarse sobre pilares robustos. Y una paz sumisa y cobarde no es paz. 

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado

El (nacional)socialismo de Chávez


  Sé que Chávez se llama a sí mismo socialista. Lo ha dicho hasta aburrirnos. Y por eso, creo, ha perdido buena parte de la clase media que alguna vez lo llevó al poder. Pero no es de su torpeza que hablo, sino de su similitud con el régimen nacionalsocialista alemán. Imagino que algunos defensores apasionados de este “proyecto” se sentirán ofendidos por decir esto. Pero yo les digo, por si acaso lo ignoran, que el caudillo teutón no fue siempre el hombre odiado que es hoy. Y no me refiero solo al pueblo alemán que lo aclamó.
   El nazismo era un movimiento político de carácter obrero que caló bien en la clase media alemana, depauperada durante la República de Weimar (aunque mal puede atribuírsele solo a ésta la grave crisis alemana después de la Primera Guerra Mundial). Hitler supo ganarse el afecto de variados líderes después del Pútsch de Munich (fallida insurrección perpetrada en 1923). Y lo ganó. Desde militares de alto rango hasta jueces se dejaron seducir por su oratoria ensayada y cansina. No crean pues, que el führer fue visto siempre como ese hombrecito repelente que surgió una vez terminada la Segunda Guerra Mundial. Además, el führer caló muy bien más allá de las fronteras alemanas. Era él una suerte de respuesta contra la deficiente conducta de las potencias democráticas durante años económicamente difíciles (como lo fueron otras formas totalitarias en Europa y Asia). Y es que en el período entre guerras (1919-1939), la URSS comunista (sobre todo la que rigió Stalin) y la Italia fascista parecían solucionar mejor los problemas. Por eso muchas personas, preocupadas por la crisis económica mundial desatada en los años ’30, comenzaron a ver con buenos ojos los regímenes totalitarios característicos de esa época. Claro, sobrevivieron los modelos democráticos que en principio advertían débiles y fenecieron aquéllos vistos como fuertes. Y como un precio demasiado caro para pagarlo, la eficiencia de los totalitarismos dejó una mortandad.
   Chávez surgió también como una respuesta indeseable a la decadencia de la vieja política. La mala práctica partidista y la conducta deleznable del liderazgo anterior, seducidos por el clientelismo y las prebendas que otorga el poder, les hizo apartarse de las necesidades de una clase media depauperada por una sucesión de políticas económicas erráticas y de una clase empresarial torpe y sin visión de futuro. El paquete de medidas impuesto por la administración Carlos Andrés Pérez en su segundo mandato fue el pináculo de esos errores, dando por sentado que la popularidad del mandatario soportaría un paquete de medidas económicas inaceptables desde un punto de vista político. Ya sabemos qué le sucedió a Pérez. Y de paso despojó de sus cosas a una clase media empobrecida que corrió a ampararse en los brazos de Caldera en primer lugar. Y luego… ya sabemos lo que pasó.
  A Chávez lo apoyó mucha gente que quería cambios. No solo la olvidada casta guerrillera no pacificada o la obsoleta camarilla perezjimenista. Tampoco se limito a la clase media y los más pobres, ciertamente depauperados. A Chávez también lo apoyaron intelectuales de variadas creencias, así como líderes de otras toldas políticas, empresarios y dueños de medios. No crean que Chávez no fue asimismo un fenómeno político. Sin embargo, tanto como Hitler, el caudillo barinés resultó ser igualmente una respuesta indeseable, que si bien no ignoramos algunos, sí encegueció a otros. A tantos que en efecto ganó las elecciones en diciembre de 1998.
  No dudo que estas respuestas populares viscerales, que no nos son propias, se hayan debido a la terrible banalidad de una sociedad que no se preocupa por mirar más allá de la inmediatez. Una sociedad que corrió sin pensárselo siquiera un instante a ampararse bajo la bota de un hombre que desde el principio mostró un claro talante autoritario… un hombre que era reo del delito de insurrección militar y ya eso decía mucho de su escaso respeto por las instituciones.
  Espero que hayamos aprendido la lección. Que sepamos escuchar las ofertas con criterio y no enceguecernos por un hombre que después de 14 años sólo puede ofrecer un afecto tan falso como besos de puta y un retratito 3D del Libertador. 

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado

lunes, 23 de julio de 2012

La navaja de Ocala


    Se ha sabido de un sinfín de encuestas estos últimos días. Muchas de ellas dan a Chávez como ganador por márgenes de tal magnitud, que en sana lógica le sería imposible a Capriles salvar la brecha. Y no pocas de esas mismas firmas encuestadoras ya han errado ampliamente sus predicciones en el pasado, incluyendo a Datanalisis y a su principal vocero, Luis Vicente León. Uno, ciudadano de a pie, ve este carnaval de encuestas y, en el caso de quienes aspiramos a un cambio, temblamos, presa del pánico, porque estas encuestas parecen indicar que el caudillo obtendrá su tercer mandato. Pero si hacemos un alto y análizamos con un mínimo de razonabilidad y lógica, sin apasionamientos ni pánicos, estudiando los hechos con la objetividad del científico, comprenderíamos que la cotidianidad no se corresponde con esas encuestas. Y no me refiero tan sólo a la asistencia masiva a las marchas y concentraciones del candidato Henrique Capriles, que son plausibles, sino - más destacado e importante - a la ruina nacional y el innegable descontento popular, manifestado en las muchas protestas por incontables problemas irresolutos.
     La base cuantitativa de la oposición
     Empecemos todo este análisis con una encuesta del IVAD del año 2006, según la cual el país parecía divido entonces en dos enormes toletes sin medias tintas: un 49% a favor de Chávez y un 51% a favor de la oposición. Y algo más importante, el estudio apuntaba sobre una tendencia a que la brecha a favor de la oposición creciese aún más, al parecer irreversiblemente. Han transcurrido 6 años desde entonces y pese al triunfo de Chávez en las elecciones de ese año, hoy por hoy, vistos los resultados de las elecciones del 2006, 2007, 2008, 2009 y 2010, así como los procesos internos del PSUV y las primarias abiertas celebradas por la MUD, mal puede hablarse de márgenes tan significativos que muestren una tendencia irreversibles en uno u otro sentido. Hablar en este momento del triunfo de algún candidato, sobre todo del candidato Chávez, es cuando menos un burdo lance electorero para cazar bobos.
     Pensemos, de todos modos, que Hinterlaces, Dantanalisis o IVAD, así como otras encuestadoras que han estado voceando cifras, no han errado sus metodologías de estudio y que, en efecto, hipotéticamente esos números expresan la realidad electoral. Entonces, desde un punto de vista objetivo, que no busque acariciar apetencias, cabe preguntarse qué causa la disconformidad entre esas encuestas y la realidad que a diario se ve en las calles. Nos preguntamos pues ¿por qué se abre tanto la brecha - alrededor de 25% - después de una tendencia claramente definida a lo largo de los últimos 5 años, como lo señaló IVAD, sumada a una hostilidad cotidiana que demuestra, si no un profundo descontento, al menos sí un claro hartazgo?
     Hagamos algunos ejercicios a ver si algunos factores no considerados hayan podido influir en la apertura de esa brecha aparentemente insalvable.    
     Las misiones  
     Comencemos pues, por la punta de lanza del gobierno de Chávez: las misiones. Sobre éstas hay que decir, la gente las percibe como positivas, aunque económicamente no sean viables. Y por ello, en el curso de los últimos años han sido una de las claves para los triunfos de Chávez (además de su innegable carisma). Éste ha dicho, por su parte, que de ganar la oposición, las misiones desaparecerían. No obstante, a pesar de un discurso que en otras oportunidades hubiese calado, hoy por hoy, 60% de las personas cree que de ganar Capriles, las misiones continuarían. Sólo un 30% cree que no, porcentaje éste que coincide cabalmente con el del llamado chavismo duro. Difícilmente puede creerse entonces que las misiones sean un factor determinante en este momento para abrir la brecha de ese modo, aún tomando en cuenta las de Amor Mayor Venezuela y Gran Misión Vivienda Venezuela.
     No podemos obviar, además, que actualmente se incumplen los pagos de muchas de las misiones, por lo que se explica en cambio, que, de acuerdo a PROVEA, en lo que va de año se hayan presentado 124 protestas producto del incumplimiento de las misiones.
     Las misiones, que fueron sin lugar a dudas una de las puntas de lanza de la oferta gubernamental estos últimos años, no explican pues, la apertura de una brecha de tal magnitud. Sobre todo porque, como se dijo, son muchas las que actualmente se incumplen y no hay temor a que un nuevo gobierno las elimine.
     Circular dinero e importar
     Podría creerse que, tal como hizo en el 2004 para no perder el referendo revocatorio, el gobierno liberaría dinero a manos rotas para que le llegara a la gente, aún la que no es abiertamente chavista. Y que se endeudaría todavía más para importar esos bienes de consumo prioritarios, que escasean en los anaqueles y que la gente reclama. Sin embargo, la verdad - muy lamentable para los venezolanos - es que el gobierno carece de recursos para pagar sus compromisos y ya ha endeudado al país como ningún gobierno lo haya hecho en el pasado. La deuda venezolana asciende a US$ 180 mil millones y no tiene medios para afrontarla. Esto impide que pueda recurrir a créditos adicionales que ayuden a paliar la escasez causada por sus políticas restrictivas del mercado, con lo cual se explica que el año pasado se hayan registrado 5.700 protestas por carencias y fallas de todo tipo, y en lo que va de éste se hayan producido otras 2.500, llegando a 5 en un solo día. A menos de tres meses para las elecciones, los anaqueles siguen vacíos, la inflación crece y para colmo de males, la enorme corrupción de funcionarios ha retenido miles de millones de dólares para importaciones, por lo que los proveedores en el extranjero han suspendido sus envíos desde hace algún tiempo. Esto explica la última resolución cambiaria del gobierno, que contraviniendo la propia Ley de Ilícitos Cambiarios, permite la apertura de cuentas en el extranjero desde Venezuela, pero lejos está de justificar la apertura de una brecha de tal magnitud.
     Entonces, la supuesta bonanza ficticia tampoco explica los márgenes de diferencia que enseñan las encuestas, porque no la hay y por el contrario, se agudiza el empobrecimiento general de la calidad de vida. 
     La enfermedad del caudillo y el factor lástima
     El único elemento verdaderamente novedoso en el actual escenario electoral sería la enfermedad  - el cáncer que padece el presidente -, que pudo generarle cierta empatía hacia algunos sectores que se habían apartado del proceso por variadas razones, en su mayoría atinentes al descontento por la gestión de gobierno. Más aún cuando, a mediados del año pasado, anunciara que estaba libre de células malignas y que estaba curado. Mucha gente le creyó. Sin embargo, la recurrencia del tumor original en menos de un año, confesada por él mismo, pudo ser - y fue - advertida entre los simpatizantes del presidente como una señal de debilidad y de que, en ese estado, no debería ser reelecto para un tercer mandato. De hecho, hoy por hoy podría ser visto como un enfermo terminal por muchas de esas personas que hasta recién creían que estaba curado. Algo así como el caso del cuento de “Pedro y el lobo”. Creo que, por ello, en una de sus alocuciones más recientes, el propio candidato Chávez dijo encontrarse totalmente libre de la enfermedad (aunque nadie se le puede tener por curado de ningún cáncer hasta pasados 5 años sin que ocurran recurrencias). Puede colegirse entonces que el factor lástima o solidaridad hacia el enfermo ya no es ayuda y por ende, tampoco explicaría la brecha. Al contrario, se percibe como un factor negativo para su campaña. No dudo que sea ésa también la razón para que, distinto de otras épocas cuando él imponía la agenda de todo el mundo, Chávez deba ajustarse a la agenda impuesta por Capriles, recorriendo el país a costa de su salud, y que por lo mismo, muestre un denodado afán por parecer sano.
     La enfermedad y lo que algunos han llamado la “misión lástima” no parecen explicar esa brecha.
     El factor mágico-religioso
     Nadie duda del vínculo afectivo de la gente con el caudillo. Si no existiera no habría permanecido 14 años al frente del poder ni le habrían perdonado tantas violaciones a las formas democráticas. Y puede existir ese vínculo, que de hecho existe y es la razón por la que aún posea una simpatía popular importante, pero no se explicaría como origen de una diferencia de 25%, a la vista de las derrotas pasadas. Algunas vitales para su proyecto, como la pérdida del referendo constitucional del 2 de diciembre de 2007.
     Podría creerse que aunado a la enfermedad, se pretende mostrar a un portento invencible, que jamás ha perdido una contienda electoral. Y puede incluso que algunas personas así lo crean. Sin embargo, ya lo hemos dicho. En otras elecciones, como las de gobernadores del año 2008 y las parlamentarias del 2010, la oposición unida obtuvo la mayoría de los votos absolutos, lo que desmonta de hecho esa invulnerabilidad. Otra cosa es que, en estados pequeños demográficamente (que son más) haya ganado Chávez o que por un reacomodo de circuitos electorales, justamente por el conocimiento de esa mayoría opositora, menos votos le hayan concedido más curules. Pero en términos absolutos, que es la forma como se plantea la elección presidencial, la oposición ha aventajado a Chávez en las últimas dos elecciones.
     Entonces, ¿qué pasa?
     Cabe preguntarse entonces cómo se explica una brecha de 25%. ¿Cómo ha perdido la oposición tanto terreno en tan corto tiempo? Sobre todo porque, de acuerdo a encuestas, el voto opositor ha crecido hasta 24% en la provincia profunda y en los sectores menos poblados de las áreas urbanas, donde se concentraba parte importante del voto chavista, y de acuerdo a las últimas elecciones, en términos de votos absolutos, la oposición es mayoría. ¿Por qué decae ahora? ¿Por qué las encuestas reflejan esos números? Aún más, si se comparan el millón de votos de las primarias del PSUV y los 3 millones de votos de las primarias de la MUD, no hay más qué decir. La relación es de dos a uno (60%), que bien podría no ser el caso de las elecciones del 7 de octubre próximo, pero igualmente hacen poco creíble una brecha de 25 puntos en tan poco tiempo.
     Si se advierte pues, el comportamiento electoral de las últimas elecciones (2007, 2008, 2009 y 2010), se aprecia un comportamiento errático del voto chavista con una clara tendencia al decaimiento por desgaste (como lo auguró IVAD en el 2006) y una continua línea de crecimiento de la oposición, reflejada en una mayoría en términos de votos absolutos en las regionales del 2008 y las parlamentarias del 2010.
     Cabe destacar asimismo que en las primarias del PSUV, como ya se dijo, votaron alrededor del millón de militantes según sus propias cifras, mientras que, contra todos los pronósticos de las encuestas y de los analistas políticos, en las abiertas para elegir al candidato de la MUD, votaron 3 millones de personas. Y puede recordarse que el propio Jesse Chacón dijo que en el caso de que la oposición sacase 2 millones de votos en las primarias, tendría chance cierto de ganar las presidenciales... aunque según él no llegarían a 500 mil. Ya sabemos el resultado.  
     No somos únicos
     Muchos creen a pie juntillas que un sinfín de hechos particulares va a propiciar una conducta ajena a la que en estas mismas condiciones, han mostrado otras naciones. Sin embargo, no somos únicos. Somos realmente semejantes a otras sociedades que se han visto regidas por gobiernos tan ineficientes como éste. Y cualquier electorado que se vea en el estado de deterioro en el que se encuentra Venezuela, no votaría por el causante de esa ruina. Por eso, no sólo ha crecido la oposición en términos absolutos, sino que Chávez ha venido reconociendo algunas fallas y culpando de ellas a otros miembros de su gobierno, desde luego para eximir su responsabilidad. Claro, él lo debe saber, después de 13 años gobernando, difícilmente puede hacernos creer que la culpa sea de los gobiernos de la era democrática.
     La navaja de Ocala
     Entonces, ¿qué está ocurriendo? ¿Por qué las encuestas anuncian brechas tan significativas? Y recuerdo yo, pues, un principio científico conocido como la Navaja de Ocala, que da por cierta la explicación más simple.
     No es un capricho o una excusa de perdedor afirmar que las encuestas yerran en sus números. No hay una explicación más simple que justifique la discrepancia entre la realidad cotidiana - desde la insatisfacción por un gobierno ineficiente y corrupto hasta los resultados obtenidos por la oposición en pasados procesos electorales - y esas cifras, al parecer extravagantes. Y puede decirse, no sería ésta la primera vez que yerran sus pronósticos, incluyendo a la muy respetada Datanalisis y su principal vocero, que en un artículo suyo del día domingo 22 de julio hiciese unas reflexiones a mi juicio bastante malcriadas. Parece válido por ello decir que en este caso se aplica la Navaja de Ocala...
     Conclusión
     La verdad parece ser esa tímida voz que desde algunas encuestadoras han surgido, ambos candidatos están igualados y existe una clara tendencia a que el candidato opositor se le adelante en la intención de voto al candidato oficial. Y eso no sólo explica la realidad expuesta en estas ideas, sino que de paso, explica igualmente el talante agresivo y errático de la campaña del candidato Chávez, así como las respuestas de calle a la ineficiencia del gobierno, que van desde las protestas hasta el apoyo masivo a los mítines y concentraciones de Capriles. 
     La única razón para entender esas brechas - y aún más el afán del gobierno por publicitarlas - es que 1) las cifras no son ciertas, sea por la razón que sea, y 2) el gobierno huye hacia adelante con el posible propósito de intentar una jugada abiertamente opuesta a la intención popular expresada en las urnas. 
     Al menos, así lo veo yo. 

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado

miércoles, 18 de julio de 2012

Una fiesta hecha tragedia


Una campaña electoral debe ser una fiesta. Un evento jubiloso que celebra más que la elección de un candidato para un cargo determinado, la democracia en sí misma y desde luego, la alternabilidad que éste supone. Y es precisamente por esta alternancia que las elecciones son un festín democrático. Sin embargo, a veces las apetencias de poder de una persona o un sector empañan esa festividad. Tristemente, ése es el caso que hoy aqueja a Venezuela.
Hagamos de lado no obstante, todas las argucias y trapisondas tendentes a adueñarse del poder y lograr un triunfo sucio en unas elecciones amañadas. Centrémonos en la razón que motiva una conducta deleznable como ésa. Y no es otra que la sustitución ilegítima de un modelo por otro. Desenmarañemos esto:
  1. La sustitución de un modelo por otro: No puede haber dudas de las intenciones que este gobierno – o por lo menos, el caudillo-presidente – de imponer a juro y por las malas un modelo socialista. Y no se trata de un socialismo democrático (socialdemocracia y democracia cristiana) como el que en efecto existe en algunas naciones europeas (alternando el poder con gobiernos afectos a formas más capitalistas). Se trata del comunismo obsoleto que imperaba en la URSS y que aún sobrevive en Cuba y Corea del Norte, porque China y Vietnam han adoptado un modelo horrendo: el capitalismo de Estado. No nos engañemos, este gobierno busca perpetuarse en el poder porque sólo así puede asegurarse la transición de un modelo democrático a otro comunista.
  2. La ilegitimidad de esa sustitución: La Constitución vigente no permite esa transición. Y no la permite porque no es el gobierno de turno quien determina qué es democrático y que no. Hay suficiente doctrina local e internacional para definir la democracia. Por ello, cuando la Constitución establece que Venezuela es un Estado democrático reconoce sujetarse a los conceptos aceptados por los organismos internacionales (OEA y ONU, por ejemplo) y por la doctrina que sobre el particular existe. No puede pues el gobierno alegar que el pueblo votó por Chávez y que por lo tanto, su proyecto está por encima de la Constitución. Y además, no puede siquiera sancionar las leyes de contenido socialista porque en primer lugar, son contrarias a los principios constitucionales y por ello, nulas de nulidad absoluta (se les debe reputar como no escritas y sin posibilidad de crear ningún efecto jurídico). En segundo lugar, porque consultado el pueblo sobre ese asunto en particular, se expresó claramente y lo rechazó. La transición del modelo democrático a uno socialista constituye de hecho un golpe de Estado contra la institucionalidad y por lo tanto, sancionable de conformidad con la ley.
El venidero 7 de octubre debemos elegir al presidente para el período 2013-2019. Sólo te digo, no está en juego si gana uno u otro candidato, sino la democracia venezolana. Dile esto a los indecisos e incluso, a los que por alguna razón creen en las promesas falsas de un gobierno que no pretende gobernar, pretende imponer una revolución comunista.

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado 

jueves, 12 de julio de 2012

La agenda oculta del Foro de San Pablo


    En 1990, el Partido de los Trabajadores, liderado entonces por Lula Da Silva, fundó una organización con el único propósito de recoger los escombros del socialismo, cuyo desplome ya lucía evidente después de la caída del muro de Berlín y la reunificación alemana (1989). Desde su creación ha sido su norte el desmonte del modelo liberal burgués y la imposición del fallido socialismo. Su más ferviente ideólogo ha sido el germano-mexicano Heinz Dieterich, que recogiendo las ideas de Alexander  Buzgalín sobre el socialismo del siglo XXI, las hizo suyas.
    En la década de los ’90, América Latina comenzaba a conformarse como una zona realmente democrática. Las dictaduras del cono sur estaban cayendo, unas por golpes de Estado, otras por el esfuerzo de la disidencia democrática. Sin embargo, las dictaduras y los gobiernos populistas legaron profundas y severas crisis económicas que atacaron los líderes latinoamericanos emergentes con medidas fondomonetaristas, que sin duda resultaron amargas y en gran medida, contraproducentes. Hoy por hoy, no son pocos los gobiernos de la región presididos por partidos que integran el Foro de San Pablo (algunos como invitados, como lo son el MAS boliviano y el PSUV venezolano). Esta presencia de la izquierda más radical se debe precisamente a la torpeza en la aplicación de las medidas correctivas necesarias durante la década de los ’90.
    No se puede hablar del Foro de San Pablo sin mencionar el socialismo del siglo XXI, que no es distinto del socialismo clásico que existió en la desaparecida URSS y que aún existe – precariamente – en Cuba y Corea del Norte. Cualquier comparación de esta izquierda radical y obtusa con las corrientes socialdemócratas o socialcristianas resulta una idiotez que ni siquiera merece discutirse. El Foro de San Pablo busca pues, reconstruir un bloque socialista-comunista[1] en esta parte del continente.
    La presencia de líderes amigos del Foro de San Pablo, como Chávez y Rousseff, ayudaría enormemente a la consolidación del comunismo en la región. Por ello, las inaceptables demostraciones de apoyo al candidato Chávez durante la clausura de la última reunión del Foro en Caracas[2]. Por eso, planteo como una hipótesis, la agenda oculta que podría estar planeando el Foro de San Pablo para adueñarse del poder en esta parte del hemisferio occidental y construir Estados socialistas[3] a lo largo y ancho de esa vasta región al sur del río Grande.
   Chávez ha hecho importantes alianzas con líderes y gobiernos en verdad comprometidos con el Foro de San Pablo y no dudo que partícipes de esa agenda oculta para imponer un modelo socialista-comunista. Son ellos pues, los felones que pretenden hacer uso de las reglas democráticas para secuestrar las instituciones y a espaldas de estos pueblos, imponer un modelo que no dudo, rechazan las grandes mayorías latinoamericanas, que desde mucho tiempo han perseguido el sueño de ser regidos por gobiernos democráticos. Esto nos conduce entonces al tema electoral, porque el 7 de octubre de 2012 arriesgan un aliado muy rico y manirroto.
    Los cambios de actitud del presidente Lugo después de su destitución por el soberano parlamento paraguayo demuestran a mi juicio una ingerencia indebida no de Chávez o Rousseff, sino del Foro de San Pablo, que intenta mantener a sus aliados en el poder. Algo parecido puede ocurrir con el candidato recientemente derrotado en las pasadas elecciones mexicanas, Andrés Manuel López Obrador, que se resiste a reconocer el triunfo de Enrique Peña Nieto (PRI), considerados fichas de la izquierda forosaupaulista.
    La derrota de Chávez puede resultar muy lesiva a los intereses del Foro de San Pablo, por cuanto no sólo perderían a un aliado, sino a la chequera petrolera venezolana, que bien ha servido para mantener al decadente gobierno cubano, al empobrecido gobierno del MAS boliviano o incluso, al gobierno del partido justicialista argentino, presidido por la abogada Cristina Kirchner (que no forma parte del Foro de San Pablo). El movimiento neo-comunista continental perdería una importante fuente de financiación de perder el candidato Chávez. Y es muy probable que sin el apoyo económico venezolano, los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Bolivia se derrumben o bien en unas elecciones o bien en un proceso de transición como el que probablemente seguirá en Cuba de salir derrotado Chávez el próximo 7 de octubre de 2012.
    El Foro de San Pablo se juega el futuro en las elecciones del 7 de octubre de 2012. Sobre todo porque Brasil cuenta con instituciones más robustas que ciertamente impiden a la presidenta Rousseff hacer lo que le venga en ganas. Por ello, empezando por la presidente Rousseff hasta Raúl Castro, tienen particular interés en el triunfo de Chávez. Tanto la viabilidad del planteamiento neo-comunista como el gobierno de Castro en Cuba sufrirían reveces importantes. En especial porque luego de la caída de la URSS, estas maniobras de la izquierda radical parecen más los estertores de un modelo agónico al que una camarilla de tozudos no deja morir en paz.-

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado
Caracas, 11 de julio de 2012   


[1] El modelo comunista tradicional tiene dos vertientes claramente identificables. Por un lado, el socialismo, que constituye la vertiente económica y supone la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. Por otro, el comunismo, que se erige como la expresión política del modelo, sustituyendo las municipalidades por las comunas (de hecho, el término ruso “soviet” significa comuna).
[2] Imagino las protestas airadas de los forosaupaulistas si a Henrique Capriles Radonsky le da ese espaldarazo la Internacional Socialista (que no reúne a partidos como el PSUV, sino a partidos inscritos en la socialdemocracia como AD y UNT).
[3] Un gobierno y un Estado socialista no son lo mismo. Mientras aquél es democrático y se rige por las reglas y principios liberales, éste otro no lo es y se erige como una forma autocrática y totalitaria que secuestra la individualidad de las personas.