… si no
cometieran errores, no serían humanos y, por ende, hace rato que esta desgracia
habría terminado.
Pareciera que en el universo opositor, que es
amplio, algunas voces apuran su discurso para descalificar y, en todo caso,
augurar fracasos de la MUD. Con tediosa tozudez, no ceden su empeño por comparar
a Venezuela con Cuba y de repetir, hasta aburrir, que vamos hacia ese
desatinado destino. Que no se avizora en el corto plazo una salida a este desacierto
histórico.
No voy a afirmar que el liderazgo opositor no ha
errado antes. Pero, vale decir, si no cometieran errores, no serían humanos y,
por ende, hace rato que esta desgracia habría terminado. Sin embargo, son hijos
de Dios, como cualquiera. Cabe indicar, no obstante, que innumerables analistas
muy respetables concuerdan sobre la agonía del régimen de Maduro y del trabajo
que ha venido realizando el liderazgo opositor en la defensa de la democracia
venezolana.
María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio
Ledezma tenían razón en el 2014. Su argumento, desde un punto de vista
filosófico, era válido. Respondía a la esencia de un régimen autocrático. Sin
embargo, en ese momento, resultó desacertado. No había entonces el apoyo
internacional que hoy nutre y vigoriza a la MUD. Podría decirse que tuvieron
razón en el fondo, e incluso en el medio; pero equivocaron el momento.
A partir del 2015, cuando la impopularidad de Maduro
se robusteció, y el electorado prefirió apoyar con su voto a la MUD en las
elecciones parlamentarias de ese año, la élite chavista no vaciló para
manipular a las instituciones – a los hombres leales que había colocado ahí con
ese perverso propósito – e ir desarticulando más allá del Poder Legislativo, a
la democracia venezolana para transitar hacia un modelo comunista. Hoy por hoy,
nadie duda para tildar de dictador a Nicolás Maduro.
El sucesor de Chávez destruyó la ceguera popular que
sobre esta revolución logró crear el caudillo barinés. Según lo refieren las
encuestas, 85 % de la ciudadanía rechaza a Nicolás Maduro y lo responsabiliza
por la precariedad imperante. Del chavismo duro, ya apenas resta un 7 %, y
otrora funcionarios chavistas se han ido sumando a las críticas que sobre la
constituyente sectorial se han hecho desde diversos estrados, propuesta que, dicho
sea de paso, cuenta con un rotundo 70 % de rechazo. Esos números son
demoledores.
Fernando Mires escribió recién que los escenarios
van construyéndose. Que la dinámica de los sucesos impide asegurar un curso
determinado. En este momento, sin embargo, la MUD cuenta con mejores recursos
para imponer su agenda. Al gobierno le va quedando tan solo reprimir e ir
apartándose cada vez más – y con mayor descaro – del orden constitucional. Hay
que decirlo, no lo hace porque puede hacerlo, sino porque carece de otras
opciones. No obstante, la relación costo-beneficio se está haciendo
insostenible para el Psuv, y es muy probable que más temprano que tarde,
abandone a la élite, como en efecto, parece estar ocurriendo.
No voy a augurar caídas, porque, ya lo dijo Mires,
la dinámica de los eventos puede dar un giro inesperado; pero la MUD luce fortalecida
dentro y fuera del país. Además, el hastío popular es un combustible muy peligroso,
que de estallar, obligaría a la Fuerza Armada a reprimir con mucho más saña de
la que ya ha mostrado. Si Sebastiana Barráez no yerra en sus apreciaciones, ya
el descontento dentro de los cuarteles sugiere la posibilidad cada vez más plausible
de un pronunciamiento, que, no dudo, lo encabezaría el propio ministro Padrino,
como ya lo hizo antes el general Lucas Rincón Romero, arrinconado por un ejército
asqueado.