martes, 26 de enero de 2010

Salubridad económica

Esto no da para más. Eso es obvio. Pero no podemos constreñirnos en una pugna fraticida. Por eso, urge, como un deber impostergable, desarrollar soluciones a corto, mediano y largo plazo, a sabiendas de que la tarea fundamental y primaria del Estado venezolano, sea quien sea que esté a cargo de conducirlo, no es otra distinta que sanear la economía. Ése y ningún otro puede ser el norte.
No es tarea fácil ésa de sanear la economía. Once años de desgobierno, de malas políticas, de desastres económicos, de idioteces socialistas han destruido la capacidad productiva nacional. La crisis eléctrica es una prueba de ello, como también lo es, a pesar de que no se dice, la crisis del Complejo de Refinación de Paraguaná, del sistema de suministro de agua potable, del sector industrial y agroindustrial. Los ciudadanos, todos, parecen exhaustos, aburridos de la merma constante de su calidad de vida. Y de eso se trata todo, de calidad de vida.
Ojalá y podamos iniciar este proceso de reconstrucción nacional en las urnas electorales y no en las otras, en ésas que resguardan a nuestros seres queridos una vez que se han ido para siempre. No dudo que halla sectores interesados en generar violencia. Siempre los hay, porque creen ganar con ello.
No obstante, pase lo que pase, urge reconstruir la nación. Y para ello no podemos dividirnos en malos y buenos, forma ésa muy pueril de ver las cosas. Tenemos que escucharnos unos a otros, encontrar caminos que satisfagan las necesidades de todos pero teniendo siempre como norte la necesaria salubridad económica. Hay que crear pues, una robusta clase media con capacidad adquisitiva que crea más en su habilidad para desarrollarse que en las promesas mesiánicas de un caudillo.

Se jodió la tubería

Supongo que alguien habrá tenido un tubo roto en su casa. Sabe que el bramido del agua no se siente hasta que la crisis ya es muy grave. Algo parecido ocurre con este gobierno, o mejor dicho, con el país. Este gobierno defraudó al pueblo y se huele, más bien se intuye, que éste viene encolerizándose, como un mar de fondo que sólo surge cuando ya la tragedia es inminente.
A Chávez le conviene que se desate la desgracia. Y creo, lamentablemente, que la mala fortuna va a ayudarlo, si por tal asumimos un alzamiento o motín callejero similar a los del 27-F. Asumo que él cree que reeditando el 11-A tendrá un 13-A y lo que esto supuso para este desdichado país. Sin embargo, la población venezolana no ve las cosas como entonces, para desgracia del caudillo. Su jugada puede costarle muy cara a él. Y a nosotros, no porque sea él necesario, que no lo es, sino por las penurias que implicaría para la nación una desventura semejante.
Chávez parece querer jugarse el full Monty. Al parecer, otra no le queda ahora que once años de ineficiencias enfrentan a la sociedad venezolana con la realidad del socialismo del siglo XXI: escasez y miseria. A Carlos Andrés Pérez se le volteó la gente de la noche a la mañana porque los engañó, porque les mintió. Al caudillo de Sabaneta puede – y creo que así será – va a ocurrirle lo mismo. Recemos porque se exprese en votos y no de otras formas.

miércoles, 13 de enero de 2010

Hacer la tarea

Mucho se dice sobre este gobierno, y, no confunda usted mis palabras, razón hay para tales afirmaciones. Sin embargo, lo verdaderamente importante, si deseamos curar de este mal a nuestro país, no es sacar a Chávez del poder, sino contenerlo. Ése y no otro ha sido el error más grave de la oposición (y me incluyo). La oposición debe hacer lo que le corresponde: servir de contrapeso, evitar que el gobierno haga lo que en gana le venga.
Por ello urge lograr una bancada opositora fuerte en la Asamblea Nacional. Haber desperdiciado tiempo y recursos, energía e inteligencia para conseguir la salida de Chávez del poder nos ha costado muy caro. Importa más evitar que siga destruyendo la economía y la sociedad nacionales que sacarlo del poder, cosa que ocurrirá a pesar de sus deseos. Una oposición fuerte, inteligente, coherente, que proponga ideas y sobre todo, que sirva de contención a las pretensiones hegemónicas del gobierno, acabará por reducir al caudillo lo suficiente para que aun estando al frente del gobierno, no pueda destruir el futuro nacional.
Una oposición verdadera hubiese hecho lo indecible para evitar que Chávez invirtiera nuestro dinero en la generación eléctrica en otras naciones, y si bien no exculpo al gobierno de su derroche irresponsable y traidor, tampoco puedo exculpar a los sectores opositores por no haber hecho su tarea. Señores, Venezuela es de todos y si decimos todos, incluimos a todos los venezolanos, sin distingos de ninguna clase. Por eso, la tarea de construir patria recae sobre cada uno de nosotros.
Si alcanzamos este estadio, habremos hecho mucho. Habremos comenzado ese arduo proceso de responsabilizar al ciudadano, desresponsabilizado durante décadas, y abolir de la cultura patria el engendro del caudillo.