lunes, 12 de octubre de 2009

Delitos son delitos

La OEA degeneró en una puta barata. Una mujer del oficio que con el paso de los años ha debido conformarse con hacerles sexo oral a camioneros inmundos en la orilla de algún camino poco transitado, mientras intenta huir de su patética existencia evocando en su mente días más espectaculares, cuando la cortejaban hombres poderosos. Pero ahora que está fea y ajada… Y estos nuevos líderes de la izquierda finisecular recuerdan esos hombres solitarios, buscando mujerzuelas baratas y que, con suerte, encuentran una que alguna vez tuvo sus encantos bien puestos.
Resulta lastimoso ver como un organismo fundado para hacer de las Américas una región de verdadera paz democrática ha devenido en ese quilombo de mal vivientes que hoy es, sirviendo de mampara pseudoinstitucional para taparear las trapisondas de los nuevos gobiernos dizque socialistas. La OEA no debe servir a intereses de parcialidades ideológicas, menos ahora que las ideologías han muerto y alcanzamos el fin de la historia. Sin embargo, ¿cómo se convence a un talibán de que pueden existir otros credos? O incluso, que alguien pueda cuestionar la existencia de Dios.
Quienes habitamos estas tierras olorosas a tabaco, a café, a tomate, a maíz y a aguas caribeñas, a pampas, a cumbres nevadas y selvas tropicales, a desarrollo y miserias, tenemos el derecho a que la OEA nos represente, nos defienda de las canalladas del poder totalitario y hegemónico que subyace en estos parajes como un virus fatal. Una peste endémica que de tiempo en tiempo brota para hacer de las suyas y llevarse prematuramente de este mundo a unos cuantos desdichados. La OEA no puede comportarse como una meretriz infeliz. Sobre todo porque hoy, al parecer, se ha encontrado con un patán que cree en besos de puta barata y que le devuelve a la desdichada meretriz, las fantasías de otras épocas. Pero al final son sólo eso: fantasías de otras épocas. La OEA tiene que representar a los pueblos.
Sin embargo, no puede hacerlo si no respeta por igual los principios democráticos y sobre todo, si no actúa por igual ante tiros y troyanos, porque esta OEA prostituida parece ver con ojos memos los crímenes de la izquierda pero con severidad inquisitiva los que cometen los conservadores. A mi juicio, delitos son delitos.

Francisco de Asís Martínez Pocaterra