Una
opinión taimada
Sé que a muchos, a la inmensa mayoría del
país, todo triunfo del régimen causa indigestión. Sin embargo, si algo
debemos conservar ahora es la calma y la cordura y la disposición a tragar
sapos.
Liberaron a los dos muchachos presos. Un intercambio por
siete prisioneros estadounidenses. Al parecer, cinco son exfuncionarios de
Citgo, y otros dos, uno acusado de participar en actos de terrorismo y el otro
detenido en enero de este año, como lo refiere una nota de EFE (recogida por
Noticiero Digital). Mucho se ha especulado sobre esto, aun cuando es muy pronto
para realizar análisis serios. No obstante, sin pensárselo mucho, la mayoría lo
rechaza. Otros, en cambio, anuncian noticias venturosas. En todo caso, no
sabemos qué implicaciones conlleve todo esto. Es, como se dijo, apresurado
aventurar presagios.
Sin embargo, sí podemos ver las
circunstancias en la que este intercambio ocurre. Lo primero que debemos decir
es que el presidente de Estados Unidos, como cualquiera otro, posee la potestad
de conceder indultos, y sus motivaciones no tienen mucho que ver con nuestras
frustraciones e iras, que sin dudas son solo nuestras. Aquellos que se
aventuran a asegurar que Joseph Biden violó la separación de poderes solo
escupen su encono, el que, ciertamente, siente la nación. No obstante, es su
prerrogativa y como se advirtió, responde a intereses de su nación y no a los
nuestros.
Los dos muchachos, reos
sentenciados, no son piezas claves en el concierto geopolítico venezolano, como
sí lo es, sin dudas, Alex Saab. Si el presidente Biden lo libera o no es un
asunto meramente especulativo. No lo sabemos. Por lo tanto, salvo por el reencuentro
de los sobrinos con sus familiares, no es su liberación un tema que beneficie
en términos pragmáticos al régimen de Nicolás Maduro, como lo sería la del
empresario colombiano detenido en Cabo Verde. Los siete estadounidenses, de los
cuales cinco fueron emboscados por el régimen venezolano con ardides poco
éticos, de acuerdo a la nota de prensa ya citada antes, no representan tampoco
para Estados Unidos un éxito. Si se quiere, hubo un intercambio de prisioneros
menores, sin mayor importancia para cada uno de los dos gobiernos. Al menos,
eso parece.
Por ello, asegurar, como lo hace la
Agencia EFE, que Maduro ganó en este round es, por lo demás, temerario. Cabe
destacar que el tono fue curiosamente parco en la misiva oficial del gobierno
venezolano sobre el intercambio. Se limitó a señalar la liberación de «dos
jóvenes apresados injustamente», sin detallar sus nombres. No ha habido, cuando
menos hasta hoy, mayores festejos, salvo los que supongo tendrán en el seno
familiar.
Quizá tenga razón el senador
estadounidense Marco Rubio, de quien no soy fanático, lo reconozco, al mencionar
el pésimo precedente que ha ofrecido la administración Biden. No dudo que, pese
a la aparente victoria por haber liberado a los siete estadounidenses, de los
cuales cuatro eran igualmente venezolanos, el precio sea la derrota de su
partido en las venideras elecciones del medio término. No olvidemos que Jimmy
Carter, presidente entonces, logró la liberación de los diplomáticos
estadounidenses secuestrados por el régimen fundamentalista iraní tras el
derrocamiento del Sha Mohammad Reza Pahlaví en 1979, y, sin embargo, fue derrotado en las elecciones de
1980.
No me atrevo a especular. Solo
confío que esto sea el preámbulo de unas negociaciones serias, y que el
intercambio haya sido tan solo un acto de buena voluntad para que el régimen
venezolano retorne a la mesa de diálogo con mayor seriedad de la que hasta
ahora ha demostrado. Imaginamos, creo yo, algunos, porque por ahora solo eso
podemos, que los canales conduzcan a un acuerdo provechoso entre las partes,
uno que no prime los intereses y privilegios de unos cuantos, sino a toda la
nación. Creo que tanto los agoreros, cuyo encono es, en todo caso,
justificable, como igualmente los optimistas, que supongo también tendrán sus propias
razones, adelantan juicios, y que es pues, demasiado temprano para digerir del
todo lo que está ocurriendo.