Se ha sabido
de un sinfín de encuestas estos últimos días. Muchas de ellas dan a Chávez como
ganador por márgenes de tal magnitud, que en sana lógica le sería imposible a
Capriles salvar la brecha. Y no pocas de esas mismas firmas encuestadoras ya han
errado ampliamente sus predicciones en el pasado, incluyendo a Datanalisis y a su
principal vocero, Luis Vicente León. Uno, ciudadano de a pie, ve este carnaval
de encuestas y, en el caso de quienes aspiramos a un cambio, temblamos, presa
del pánico, porque estas encuestas parecen indicar que el caudillo obtendrá su
tercer mandato. Pero si hacemos un alto y análizamos con un mínimo de
razonabilidad y lógica, sin apasionamientos ni pánicos, estudiando los hechos
con la objetividad del científico, comprenderíamos que la cotidianidad no se
corresponde con esas encuestas. Y no me refiero tan sólo a la asistencia masiva
a las marchas y concentraciones del candidato Henrique Capriles, que son
plausibles, sino - más destacado e importante - a la ruina nacional y el innegable
descontento popular, manifestado en las muchas protestas por incontables
problemas irresolutos.
La
base cuantitativa de la oposición
Empecemos todo este análisis con una
encuesta del IVAD del año 2006, según la cual el país parecía divido entonces en
dos enormes toletes sin medias tintas: un 49% a favor de Chávez y un 51% a
favor de la oposición. Y algo más importante, el estudio apuntaba sobre una
tendencia a que la brecha a favor de la oposición creciese aún más, al parecer
irreversiblemente. Han transcurrido 6 años desde entonces y pese al triunfo de
Chávez en las elecciones de ese año, hoy por hoy, vistos los resultados de las
elecciones del 2006, 2007, 2008, 2009 y 2010, así como los procesos internos
del PSUV y las primarias abiertas celebradas por la MUD, mal puede hablarse de márgenes
tan significativos que muestren una tendencia irreversibles en uno u otro
sentido. Hablar en este momento del triunfo de algún candidato, sobre todo del
candidato Chávez, es cuando menos un burdo lance electorero para cazar bobos.
Pensemos, de todos modos, que Hinterlaces, Dantanalisis
o IVAD, así como otras encuestadoras que han estado voceando cifras, no han
errado sus metodologías de estudio y que, en efecto, hipotéticamente esos números
expresan la realidad electoral. Entonces, desde un punto de vista objetivo, que
no busque acariciar apetencias, cabe preguntarse qué causa la disconformidad
entre esas encuestas y la realidad que a diario se ve en las calles. Nos
preguntamos pues ¿por qué se abre tanto la brecha - alrededor de 25% - después
de una tendencia claramente definida a lo largo de los últimos 5 años, como lo
señaló IVAD, sumada a una hostilidad cotidiana que demuestra, si no un profundo
descontento, al menos sí un claro hartazgo?
Hagamos algunos ejercicios a ver si algunos
factores no considerados hayan podido influir en la apertura de esa brecha
aparentemente insalvable.
Las
misiones
Comencemos pues, por la punta de lanza del
gobierno de Chávez: las misiones. Sobre éstas hay que decir, la gente las
percibe como positivas, aunque económicamente no sean viables. Y por ello, en
el curso de los últimos años han sido una de las claves para los triunfos de
Chávez (además de su innegable carisma). Éste ha dicho, por su parte, que de
ganar la oposición, las misiones desaparecerían. No obstante, a pesar de un
discurso que en otras oportunidades hubiese calado, hoy por hoy, 60% de las personas
cree que de ganar Capriles, las misiones continuarían. Sólo un 30% cree que no,
porcentaje éste que coincide cabalmente con el del llamado chavismo duro. Difícilmente
puede creerse entonces que las misiones sean un factor determinante en este
momento para abrir la brecha de ese modo, aún tomando en cuenta las de Amor
Mayor Venezuela y Gran Misión Vivienda Venezuela.
No podemos obviar, además, que actualmente
se incumplen los pagos de muchas de las misiones, por lo que se explica en
cambio, que, de acuerdo a PROVEA, en lo que va de año se hayan presentado 124
protestas producto del incumplimiento de las misiones.
Las misiones, que fueron sin lugar a dudas
una de las puntas de lanza de la oferta gubernamental estos últimos años, no
explican pues, la apertura de una brecha de tal magnitud. Sobre todo porque,
como se dijo, son muchas las que actualmente se incumplen y no hay temor a que
un nuevo gobierno las elimine.
Circular
dinero e importar
Podría creerse que, tal como hizo en el
2004 para no perder el referendo revocatorio, el gobierno liberaría dinero a
manos rotas para que le llegara a la gente, aún la que no es abiertamente
chavista. Y que se endeudaría todavía más para importar esos bienes de consumo
prioritarios, que escasean en los anaqueles y que la gente reclama. Sin
embargo, la verdad - muy lamentable para los venezolanos - es que el gobierno
carece de recursos para pagar sus compromisos y ya ha endeudado al país como
ningún gobierno lo haya hecho en el pasado. La deuda venezolana asciende a US$
180 mil millones y no tiene medios para afrontarla. Esto impide que pueda
recurrir a créditos adicionales que ayuden a paliar la escasez causada por sus
políticas restrictivas del mercado, con lo cual se explica que el año pasado se
hayan registrado 5.700 protestas por carencias y fallas de todo tipo, y en lo
que va de éste se hayan producido otras 2.500, llegando a 5 en un solo día. A
menos de tres meses para las elecciones, los anaqueles siguen vacíos, la
inflación crece y para colmo de males, la enorme corrupción de funcionarios ha retenido
miles de millones de dólares para importaciones, por lo que los proveedores en
el extranjero han suspendido sus envíos desde hace algún tiempo. Esto explica
la última resolución cambiaria del gobierno, que contraviniendo la propia Ley
de Ilícitos Cambiarios, permite la apertura de cuentas en el extranjero desde
Venezuela, pero lejos está de justificar la apertura de una brecha de tal
magnitud.
Entonces, la supuesta bonanza ficticia
tampoco explica los márgenes de diferencia que enseñan las encuestas, porque no
la hay y por el contrario, se agudiza el empobrecimiento general de la calidad
de vida.
La
enfermedad del caudillo y el factor lástima
El único elemento verdaderamente novedoso
en el actual escenario electoral sería la enfermedad - el cáncer que padece el presidente -, que pudo
generarle cierta empatía hacia algunos sectores que se habían apartado del
proceso por variadas razones, en su mayoría atinentes al descontento por la
gestión de gobierno. Más aún cuando, a mediados del año pasado, anunciara que
estaba libre de células malignas y que estaba curado. Mucha gente le creyó. Sin
embargo, la recurrencia del tumor original en menos de un año, confesada por él
mismo, pudo ser - y fue - advertida entre los simpatizantes del presidente como
una señal de debilidad y de que, en ese estado, no debería ser reelecto para un
tercer mandato. De hecho, hoy por hoy podría ser visto como un enfermo terminal
por muchas de esas personas que hasta recién creían que estaba curado. Algo así
como el caso del cuento de “Pedro y el lobo”. Creo que, por ello, en una de sus
alocuciones más recientes, el propio candidato Chávez dijo encontrarse
totalmente libre de la enfermedad (aunque nadie se le puede tener por curado de
ningún cáncer hasta pasados 5 años sin que ocurran recurrencias). Puede
colegirse entonces que el factor lástima o solidaridad hacia el enfermo ya no
es ayuda y por ende, tampoco explicaría la brecha. Al contrario, se percibe
como un factor negativo para su campaña. No dudo que sea ésa también la razón
para que, distinto de otras épocas cuando él imponía la agenda de todo el mundo,
Chávez deba ajustarse a la agenda impuesta por Capriles, recorriendo el país a
costa de su salud, y que por lo mismo, muestre un denodado afán por parecer
sano.
La enfermedad y lo que algunos han llamado
la “misión lástima” no parecen explicar esa brecha.
El
factor mágico-religioso
Nadie duda del vínculo afectivo de la gente
con el caudillo. Si no existiera no habría permanecido 14 años al frente del
poder ni le habrían perdonado tantas violaciones a las formas democráticas. Y
puede existir ese vínculo, que de hecho existe y es la razón por la que aún
posea una simpatía popular importante, pero no se explicaría como origen de una
diferencia de 25%, a la vista de las derrotas pasadas. Algunas vitales para su
proyecto, como la pérdida del referendo constitucional del 2 de diciembre de
2007.
Podría creerse que aunado a la enfermedad,
se pretende mostrar a un portento invencible, que jamás ha perdido una
contienda electoral. Y puede incluso que algunas personas así lo crean. Sin
embargo, ya lo hemos dicho. En otras elecciones, como las de gobernadores del
año 2008 y las parlamentarias del 2010, la oposición unida obtuvo la mayoría de
los votos absolutos, lo que desmonta de hecho esa invulnerabilidad. Otra cosa
es que, en estados pequeños demográficamente (que son más) haya ganado Chávez o
que por un reacomodo de circuitos electorales, justamente por el conocimiento
de esa mayoría opositora, menos votos le hayan concedido más curules. Pero en
términos absolutos, que es la forma como se plantea la elección presidencial, la
oposición ha aventajado a Chávez en las últimas dos elecciones.
Entonces,
¿qué pasa?
Cabe preguntarse entonces cómo se explica
una brecha de 25%. ¿Cómo ha perdido la oposición tanto terreno en tan corto
tiempo? Sobre todo porque, de acuerdo a encuestas, el voto opositor ha crecido
hasta 24% en la provincia profunda y en los sectores menos poblados de las
áreas urbanas, donde se concentraba parte importante del voto chavista, y de
acuerdo a las últimas elecciones, en términos de votos absolutos, la oposición
es mayoría. ¿Por qué decae ahora? ¿Por qué las encuestas reflejan esos números?
Aún más, si se comparan el millón de votos de las primarias del PSUV y los 3
millones de votos de las primarias de la MUD, no hay más qué decir. La relación
es de dos a uno (60%), que bien podría no ser el caso de las elecciones del 7
de octubre próximo, pero igualmente hacen poco creíble una brecha de 25 puntos
en tan poco tiempo.
Si se advierte pues, el comportamiento
electoral de las últimas elecciones (2007, 2008, 2009 y 2010), se aprecia un
comportamiento errático del voto chavista con una clara tendencia al
decaimiento por desgaste (como lo auguró IVAD en el 2006) y una continua línea
de crecimiento de la oposición, reflejada en una mayoría en términos de votos
absolutos en las regionales del 2008 y las parlamentarias del 2010.
Cabe destacar asimismo que en las primarias
del PSUV, como ya se dijo, votaron alrededor del millón de militantes según sus
propias cifras, mientras que, contra todos los pronósticos de las encuestas y de
los analistas políticos, en las abiertas para elegir al candidato de la MUD,
votaron 3 millones de personas. Y puede recordarse que el propio Jesse Chacón
dijo que en el caso de que la oposición sacase 2 millones de votos en las
primarias, tendría chance cierto de ganar las presidenciales... aunque según él
no llegarían a 500 mil. Ya sabemos el resultado.
No somos únicos
Muchos creen a pie juntillas que un sinfín
de hechos particulares va a propiciar una conducta ajena a la que en estas
mismas condiciones, han mostrado otras naciones. Sin embargo, no somos únicos. Somos
realmente semejantes a otras sociedades que se han visto regidas por gobiernos
tan ineficientes como éste. Y cualquier electorado que se vea en el estado de
deterioro en el que se encuentra Venezuela, no votaría por el causante de esa
ruina. Por eso, no sólo ha crecido la oposición en términos absolutos, sino que
Chávez ha venido reconociendo algunas fallas y culpando de ellas a otros
miembros de su gobierno, desde luego para eximir su responsabilidad. Claro, él
lo debe saber, después de 13 años gobernando, difícilmente puede hacernos creer
que la culpa sea de los gobiernos de la era democrática.
La
navaja de Ocala
Entonces, ¿qué está ocurriendo? ¿Por qué
las encuestas anuncian brechas tan significativas? Y recuerdo yo, pues, un
principio científico conocido como la Navaja
de Ocala, que da por cierta la explicación más simple.
No es un capricho o una excusa de perdedor
afirmar que las encuestas yerran en sus números. No hay una explicación más
simple que justifique la discrepancia entre la realidad cotidiana - desde la
insatisfacción por un gobierno ineficiente y corrupto hasta los resultados
obtenidos por la oposición en pasados procesos electorales - y esas cifras, al
parecer extravagantes. Y puede decirse, no sería ésta la primera vez que yerran
sus pronósticos, incluyendo a la muy respetada Datanalisis y su principal
vocero, que en un artículo suyo del día domingo 22 de julio hiciese unas
reflexiones a mi juicio bastante malcriadas. Parece válido por ello decir que
en este caso se aplica la Navaja de Ocala...
Conclusión
La verdad parece ser esa tímida voz que
desde algunas encuestadoras han surgido, ambos candidatos están igualados y
existe una clara tendencia a que el candidato opositor se le adelante en la
intención de voto al candidato oficial. Y eso no sólo explica la realidad
expuesta en estas ideas, sino que de paso, explica igualmente el talante
agresivo y errático de la campaña del candidato Chávez, así como las respuestas
de calle a la ineficiencia del gobierno, que van desde las protestas hasta el
apoyo masivo a los mítines y concentraciones de Capriles.
La única razón para entender esas brechas -
y aún más el afán del gobierno por publicitarlas - es que 1) las cifras no son
ciertas, sea por la razón que sea, y 2) el gobierno huye hacia adelante con el
posible propósito de intentar una jugada abiertamente opuesta a la intención
popular expresada en las urnas.
Al menos, así lo veo yo.
Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado