lunes, 30 de noviembre de 2009

Hijo de gato, caza ratón

Basilio Baltasar dice de España algo que de seguro, nosotros, uno de sus tantos hijos en este lado del Atlántico, heredamos. El director de la Fundación Santillana asegura que los siglos de persecución – y delaciones – por parte del Santo Oficio habituaron a los españoles a un comportamiento apático, dado a lo que en estas tierras tropicales hemos llamado la papa pelada. Se traduce esto en una deplorable actitud frente a la modernidad y, lo más importante, frente a nosotros mismos, como individuos libres y, por ende, necesariamente responsables. Se traduce pues, en una actitud des-responsable, como si nuestro futuro dependiese del albur, de la suerte, de una síncopa mágica de alguna providencia y en ningún caso, de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo. Somos pues la consecuencia de una despreciable sucesión de golpes de Estados, de montoneras y de tiranos ensalzados.
Si hay alguien que represente esa estulticia, ése es Chávez. Nada como vender la panacea socialista que como panacea, incapaz es también de resolver a largo plazo los muchos y graves problemas de las personas. Ese discurso sandio del socialismo, lejos de fomentar un mundo mejor, adormece el ímpetu y premia la flojera. A la larga la gente se cansará o peor, se mediocrizará. Seremos, pues, una copia al carbón de ese prostíbulo que Castro hizo de Cuba. Pero, no obstante, resulta fácil vender la idea de que por culpa de otros, los pueblos sufren éste o aquél problema. Esa fórmula orwelliana ya luce manida y redicha. Pero hay necios que por tales no comprenden que las ideologías están sobrevaloradas y que la verdadera revolución será aquélla que construya una clase media fuerte, crítica, con capacidad de pago y no pedigüeña. Será ésa que ofrezca camas en los hospitales y una atención decente, que decente sea la educación pública y que de las aulas surjan profesionales de primera. Revolución será la que permita que cualquiera acceda al crédito para comprar una casa y salir del rancho. Revolución será la que saque el rancho de las cabezas de los venezolanos.

Francisco de Asís Martínez Pocaterra

lunes, 16 de noviembre de 2009

Hablando de don Salvador

Bien sabemos que estas polarizaciones como las que vive Venezuela hoy, en la que se distinguen tres toletes de acuerdo a Alfredo Keller, las salidas indeseadas suelen ser las más probables. No lo digo yo, que demócrata soy, además convencido, sino la historia con esa manía suya de mostrarnos la verdad. Este gobierno, no obstante, fiel a las vetustas tradiciones humanas, por lo general reconocidamente salvajes, prefiere pues, negar lo obvio y, de paso, matar al mensajero, quizás por aquello de que las cuitas, mejor mantenerlas secretas. Por eso, el periodista Rafael Poleo vive ahora en el exilio, junto con su hija, por decir, ese viejo zorro, como quien no quiere, que este señor, éste que desgobierna, podía acabar como Mussolini. Y no creo yo, que mal pensado soy, que tal encono se haya debido al augurio, por lo demás terrible, en contra del mandamás venezolano, augurio ése de morir linchado, aunque el dictador italiano linchado fue, así es, pero luego de fusilado. Creo, al contrario, que mucho molestó al líder, caudillo y no sé cuál otro epíteto endilgarle, la odiosa comparación con el jefe fascista.
Traigo este cuento no por ocioso, sino porque, otro ejemplo histórico más se me viene a la memoria, aunque en ése ejemplo, su líder sí profesaba esas creencias marxistas, a pesar de ser un hombre inteligente y cultivado, distinto de éste, nuestro mal llamado comandante. Y no es otro, este cuento, que el del ilustre médico, don Salvador Allende, suicida sospechoso de muerte diferente, que, sumió a Chile en un caos por ese empeño socialista de creer que semejante necedad pueda funcionar, aunque a las vistas está ahora – y no en tiempos de don Salvador – más que fracasado y obsoleto. Y de ese caos vino lo peor, ese orden que algunos, los más decididos, desgraciadamente, sólo saben hacerlo por las malas.
No crea usted lector, que culpa fue toda del presidente Allende, porque, sumada a la anarquía del socialismo a la chilena, surgió también una oposición pusilánime, incapaz de ofrecer a los chilenos una salida alterna. Créalo o no, como asegura don Ripley, tanto daño hizo a Chile la necedad socialista como la incapacidad democrática. Vivieron por ello, unos y otros, la desgracia y la tragedia de torturas, asesinatos y desapariciones, que al caso son asesinatos llamados por otro nombre. Pinochet fue, no lo dude, resultado de la idiotez y de la tozudez. Dios quiera que en éste, mi país, unos y otros, que por igual tienen derecho a existir y deber de tolerarse, se pongan de acuerdo para hacer país y no una maldita revolución.

Francisco de Asís Martínez Pocaterra

El socialismo purgante del siglo XXI

Ayer, hoy y seguramente mañana, el presidente seguirá insistiendo que su socialismo lo cura todo, desde el hampa que pone a descansar en paz a tantos cada fin de semana como las hemorroides, porque, visto es que este proceso revolucionario, tal como aquellas pócimas de los charlatanes de principios del siglo pasado, sirven para todo y para todos, aunque cierto sea todo lo contrario, que ni curan ni solucionan nada.
La retórica del presidente quizás le haya funcionado, pero hoy, cuando los venezolanos nos vemos forzado a bañarnos con totumitas, en tres minutos, alumbrarnos en el baño, ése que se nos pueda antojar en horas nocturnas, a no iluminar nuestra navidad porque el presidente Bush no firmó el Protocolo de Kyoto, en lugar de reconocer que tuvo informes claros, precisos, sobre lo que debió hacerse en el sector eléctrico y no se hizo, a pesar de llevar en el poder la bicoca de ¡diez años! Y además, no se recoge la basura ni sirven los teléfonos, hay que hacer colas madrugonas pata coger numerito y ver si en suerte consigue uno hacer lo que sea que iba a hacer.
El socialismo de Chávez – y el de los demás – no sirve, así de simple, y, aunque les duela mucho aceptarlo, así es. Comprendo que ellos, inmersos en su sedición y todos sus delitos perdonados, no tuvieron tiempo de leer la nueva bibliografía, surgida a partir de la caída del muro de Berlín y del desplome de la URSS, de la China híper-capitalista de Den Xiao Ping y del fracaso lamentable de esas naciones rebajadas a las más tristes condiciones humanas, como Cuba y Corea del Norte, y, por lo visto, pronto, este país que hasta hace diez años, sí eran inmensamente rico.
Francisco de Asís Martínez Pocaterra