jueves, 25 de febrero de 2010

La irresponsabilidad de América Latina

América Latina da asco. Que feo, decir esto, claro, pero, cómo decir otra cosa si la conducta de los líderes latinoamericanos ofende. La cumbre de Río celebrada en Cancún demostró la idiotez de quienes hoy dirigen la región. Ver a presidentes electos democráticamente regodearse, bajo pretextos intragables, con Raúl Castro resultó una bofetada a quienes han sufrido tanto por oponerse a la dictadura castrocomunista. Sobre todo cuando un disidente cubano, preso por opinar diferente, falleció durante una huelga de hambre en una cárcel cubana. Y es este mismo liderazgo que le ríe las gracias – que como tales, no lo son – a Chávez.
Gracias a este liderazgo latinoamericano, pronto veremos en este país, desaparecidos, arrestos sin justificación y satrapías propias de una dictadura militar, que es en definitiva lo que este proyecto es.
A Cuba hay que exigirle el respeto por los derechos humanos, elecciones libres, libertad de todos los presos políticos, enjuiciamiento de los responsables de la muerte de miles de cubanos disidentes, sin excluir al principal autor de tales crímenes, el señor Fidel Castro Rus, al igual que su par chileno, Augusto Pinochet, que vivió su vejez huyendo de los tribunales, por asesino.
La mención de Pinochet no resulta caprichosa. Todos celebraron la derrota electoral sufrida por el dictador chileno y, obviamente, por el retorno de Chile a la civilidad democrática perdida durante el régimen castrocomunista de Salvador Allende. Todos en el continente califican al general como un dictador, y lo era. Pero Fidel Castro y ahora su hermano Raúl también lo son. No hay modo de esconder esa realidad. América Latina no necesita otra organización multinacional. Necesita abandonar esa necedad irresponsable de culpar a Estados Unidos de sus desgracias cuando éstas se las ha labrado ella misma. Urge, esta parte del continente, de alzar su voz dignamente en la OEA para hablar con Estados Unidos de tú a tú. Requiere de un liderazgo serio, capaz de responsabilizar a sus naciones de su propio destino y no aguardar a que Estados Unidos le resuelva sus problemas.

Francisco de Asís Martínez Pocaterra