Sé que Chávez
se llama a sí mismo socialista. Lo ha dicho hasta aburrirnos. Y por eso, creo,
ha perdido buena parte de la clase media que alguna vez lo llevó al poder. Pero
no es de su torpeza que hablo, sino de su similitud con el régimen
nacionalsocialista alemán. Imagino que algunos defensores apasionados de este
“proyecto” se sentirán ofendidos por decir esto. Pero yo les digo, por si acaso
lo ignoran, que el caudillo teutón no fue siempre el hombre odiado que es hoy.
Y no me refiero solo al pueblo alemán que lo aclamó.
El nazismo era un movimiento político de
carácter obrero que caló bien en la clase media alemana, depauperada durante la
República de Weimar (aunque mal puede atribuírsele solo a ésta la grave crisis
alemana después de la Primera Guerra Mundial). Hitler supo ganarse el afecto de
variados líderes después del Pútsch de Munich (fallida insurrección perpetrada
en 1923). Y lo ganó. Desde militares de alto rango hasta jueces se dejaron
seducir por su oratoria ensayada y cansina. No crean pues, que el führer fue visto
siempre como ese hombrecito repelente que surgió una vez terminada la Segunda
Guerra Mundial. Además, el führer caló muy bien más allá de las fronteras alemanas.
Era él una suerte de respuesta contra la deficiente conducta de las potencias
democráticas durante años económicamente difíciles (como lo fueron otras formas
totalitarias en Europa y Asia). Y es que en el período entre guerras
(1919-1939), la URSS comunista (sobre todo la que rigió Stalin) y la Italia
fascista parecían solucionar mejor los problemas. Por eso muchas personas,
preocupadas por la crisis económica mundial desatada en los años ’30, comenzaron
a ver con buenos ojos los regímenes totalitarios característicos de esa época. Claro,
sobrevivieron los modelos democráticos que en principio advertían débiles y
fenecieron aquéllos vistos como fuertes. Y como un precio demasiado caro para
pagarlo, la eficiencia de los totalitarismos dejó una mortandad.
Chávez surgió también como una respuesta
indeseable a la decadencia de la vieja política. La mala práctica partidista y
la conducta deleznable del liderazgo anterior, seducidos por el clientelismo y
las prebendas que otorga el poder, les hizo apartarse de las necesidades de una
clase media depauperada por una sucesión de políticas económicas erráticas y de
una clase empresarial torpe y sin visión de futuro. El paquete de medidas
impuesto por la administración Carlos Andrés Pérez en su segundo mandato fue el
pináculo de esos errores, dando por sentado que la popularidad del mandatario
soportaría un paquete de medidas económicas inaceptables desde un punto de
vista político. Ya sabemos qué le sucedió a Pérez. Y de paso despojó de sus
cosas a una clase media empobrecida que corrió a ampararse en los brazos de
Caldera en primer lugar. Y luego… ya sabemos lo que pasó.
A Chávez lo apoyó mucha gente que quería
cambios. No solo la olvidada casta guerrillera no pacificada o la obsoleta
camarilla perezjimenista. Tampoco se limito a la clase media y los más pobres,
ciertamente depauperados. A Chávez también lo apoyaron intelectuales de
variadas creencias, así como líderes de otras toldas políticas, empresarios y
dueños de medios. No crean que Chávez no fue asimismo un fenómeno político. Sin
embargo, tanto como Hitler, el caudillo barinés resultó ser igualmente una
respuesta indeseable, que si bien no ignoramos algunos, sí encegueció a otros. A
tantos que en efecto ganó las elecciones en diciembre de 1998.
No dudo que estas respuestas populares viscerales,
que no nos son propias, se hayan debido a la terrible banalidad de una sociedad
que no se preocupa por mirar más allá de la inmediatez. Una sociedad que corrió
sin pensárselo siquiera un instante a ampararse bajo la bota de un hombre que
desde el principio mostró un claro talante autoritario… un hombre que era reo
del delito de insurrección militar y ya eso decía mucho de su escaso respeto
por las instituciones.
Espero que hayamos aprendido la lección.
Que sepamos escuchar las ofertas con criterio y no enceguecernos por un hombre
que después de 14 años sólo puede ofrecer un afecto tan falso como besos de
puta y un retratito 3D del Libertador.
Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado
No hay comentarios:
Publicar un comentario