Maduro, que parece ajeno a lo que ocurre en este
país, ha dicho que el modelo económico está en el «Plan de la patria». Por lo
que sé, algún pasquín gubernamental afirma que este fue aprobado por el pueblo en
el 2006, al reelegir al presidente Chávez. Esto último, que ha servido de
excusa para torcer el derecho, es, desde luego, falso.
Entre sus objetivos está la «construcción del
socialismo bolivariano». Si bien es verdad que ningún texto serio lo define,
podemos entender, en todo caso, que se trata de un proyecto socialista y, por
ello, plantea entre sus metas la abolición de la propiedad privada de los
medios de producción. Más aún cuando los voceros del régimen pregonan sin pudor
la transición al socialismo, han expropiado infinidad de empresas y en días
recientes, han rechazado la entrega de títulos de propiedad a los beneficiarios
de la Gran Misión Vivienda. Lo que salta a la vista no necesita anteojos: su
socialismo es ese que fracasó hace más de veinte años.
Ese plan es, sin dudas, inconstitucional. Ese
plan propone un modelo que no está en la constitución y que además, se opone a
sus principios. Chávez sobrestimó a buena parte de su equipo y a sí mismo, que
con una soberbia injustificada e intragable creyeron aportar nuevas definiciones.
En la doctrina política (no olvidemos que la doctrina es una de las fuente para
la interpretar el derecho) está muy bien determinado qué es democracia y qué es
socialismo. Sin adentrarme en explicaciones extensas, puedo afirmar que el
socialismo resulta contrario a la democracia y que por ello, sus principios
esenciales se excluyen. Son pues, opuestos.
No puede haber socialismo si hay democracia. Y viceversa.
La constitución prevé un orden democrático. A
pesar de haber incluido el constituyente la denominación «bolivariana» (lo cual
no deja de ser mal intencionado, además de un bodrio), sus artículos, e incluso
su exposición de motivos, no dan lugar a equívocos (o interpretaciones
forzadas). Venezuela es un Estado democrático. El socialismo, por ello, no
tiene cabida. Y no la tiene porque desde la década de los ’30, cuando empezaron
a consolidarse los partidos políticos, no logró calar en el ideario venezolano. Sobran
las evidencias ciertas de ese rechazo, y por el contrario, ese anhelo socialista
del pueblo venezolano no deja de ser una fábula inventada por la izquierda
radical.
Maduro no solo insiste con un modelo fracasado,
sino que de paso, contraría la constitución y la voluntad popular, que
reiteradas veces ha demostrado su profundo rechazo al socialismo.