sábado, 20 de septiembre de 2008

Juegos riesgosos

Ignoro si un panfleto cuartelario citaso por Noticiero Digital existe o no, pero podría ser cierto. Por lo menos, cabría la posibilidad de que en efecto, un número desconocido de nuestros soldados estén descontentos. Siempre he creído que las Fuerzas Armadas no difieren gran cosa del resto del país y, al igual que muchos, rechazan la idea de Estado que esta “revolución” pretende crear, aun a espaldas de la voluntad popular.
Infiero que antes los oficiales, suboficiales y tropa profesional mantuvieron una postura neutra mientras el gobierno no hizo alardes tan burdos de saltarse a la torera la constitución y las leyes, como viene haciéndolo desde su derrota el 2 de diciembre pasado. Tal vez en el pasado creyeron que en el peor de los casos, se trataba tan sólo de un gobierno malo más. Probablemente ahora temen que eso sea mucho más grave, si el panfleto es verdadero, claro.
El líder de esta revolución perdió el norte después del fracaso de su “proyecto de reforma constitucional”, instrumento perfecto para conferirle poder absoluto sobre todos nosotros. Desconozco las causas del jefe de este tinglado deplorable para comportarse tan torpemente. Pero, sea cual fuere la razón de su error, Chávez luce desesperado. No dudo, desde luego, que integrantes de las Fuerzas Armadas se opongan a la idea de ser fantoches de un hombre, cuya conducta emula peligrosamente al führer, sobre todo en sus aspiraciones totalitarias.
A pocos días del triunfo opositor frente al proyecto de reforma constitucional el 2 de diciembre, Chávez lo llamó “victoria de mierda” y amenazó con una ofensiva para adelantar el proyecto, como lo dijo Miguel Henrique Otero durante la presentación del Movimiento 2D. Veamos un instante de qué se trata todo esto.
En 1793, los jacobinos franceses encontraron un escollo enorme para el triunfo de la revolución. Cinco ejércitos extranjeros ocupaban Francia y confluían hacia París. 60 de los 84 departamentos se encontraban en rebelión contra el poder central. Al oeste se desarrollaba una cruenta guerra civil campesina. Por último, aparece la presencia poderosa de los contrarrevolucionarios. El barón de Montesquieu había previsto este peligro medio siglo antes. Los jacobinos enfrentaban el reto de crear al “nuevo hombre” y el terror parecía ser la única manera de instituir “la virtud”. A partir de entonces, los soviéticos rusos, los fascistas italianos y los nacionalsocialistas alemanes, así como las otras formas totalitarias (en su mayoría comunistas), repitieron la misma fórmula. Ésta redunda en ese modelo que no sólo acabó con los jefes jacobinos – en su mayoría guillotinados -, sino con los otros regímenes que han empeñado el odio y la inquina para imponerse.
El afán de Chávez por reformar el currículo educativo desde el inicio de su mandato en 1999 persigue “crear al nuevo ciudadano” y, de haber logrado la imposición del decreto 1.011 entonces, otro hubiese sido el resultado del referéndum del pasado 2 de diciembre. Su inefable maestro lo hizo en Cuba. El apoyo soviético, traicionando así los “ideales” revolucionarios, apuntaló al régimen castro-comunista. Y ése es el escollo que su pupilo no ha logrado superar. El jefecito de este tinglado carece de una potencia desarrollada que le ayude a apuntalar su proyecto.
¿Qué le queda? ¿Cómo actuar? Sus alianzas suramericanas no lucen fiables. Los gobiernos de Chile, Uruguay, Brasil y Argentina responden a sus conveniencias más que a un compromiso con el credo de Chávez. Ecuador, Nicaragua y sobre todo Bolivia carecen de la fuerza suficiente. Bolivia se encuentra al borde del caos por el referéndum del próximo 4 de mayo. El país andino ha experimentado en el curso de su historia republicana alrededor de 200 golpes de Estado. Dudo que Daniel Ortega o Rafael Correa puedan ayudar mucho. Su gran aliado chino tampoco parece muy interesado en seguir su discurso ideológico, menos después que aprobara la propiedad privada de los bienes a fines del año pasado.
Casi todos los gobernantes suramericanos proceden de la izquierda. Pero la gran mayoría responden a esa visión inteligente, incompatible con la borbónica que propone Chávez. Y, para colmo de males, Castro, enfermo, ve como su propio hermano echa la revolución al desaguadero. Entonces, ¿qué puede hacer? Acaso, ¿suceder a Fidel Castro como adalid antiimperialista? Seguramente.
En el ámbito doméstico, Chávez enfrente crisis harto peligrosas. Una de ellas, la corrupción galopante, descompone la idea que sus seguidores tienen de él y desde luego, de su proyecto. Quizás no tanto por la corrupción de los funcionarios, sino por la ostentación de personajes muy cercanos a él e incluso, la suya propia. Otra de las amenazas que este tinglado enfrenta es el deterioro económico y la incapacidad de los jefes revolucionarios para ofrecer soluciones reales al decaimiento de la calidad de vida de la clase media. Por último, la fragmentación del PSUV, engendro neonato del MVR tratando de sobrevivir, puede extinguir la hegemonía presidencial sobre los gobiernos regionales y su “geometría del poder”. Sobre todo, si la oposición respeta su acuerdo de ofrecer candidaturas unitarias.
El caudillo, que no ha tenido pudor para mostrarnos sus miedos paranoicos, debe estar aterrado frente al escenario por venir. Seguramente cree a pie juntillas que Estados Unidos orquesta su defenestración. En especial porque en sus delirios escucha a gente que aprovecha sus miedos irracionales para venderle teorías conspirativas absurdas. Por eso, su jugada en los próximos meses puede ser peligrosísima.

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