martes, 19 de agosto de 2008

No son juegos

Leo, con estupor, que un asesor de la Procuraduría General de la República – ésa que en otros días fue escuela - ha dicho que la extensión del mandato presidencial es posible. No voy a discutir temas jurídicos con el abogado Julio César Arias. Ni tengo el ánimo ni la paciencia para argumentar con quien desvirtúa la ley, por razones oscuras o simple ignorancia. Además, esto no es un asunto de abogados y normas. Nada de lo que ocurre en este país es un tema jurídico. Hace rato que dejó de serlo. Todo lo que ocurre es voluntad del líder, quien transgrede caprichosamente el ordenamiento jurídico y los principios fundamentales de la ciencia que hizo honorable a la República Romana. Esto es muy grave.
Chávez ha demostrado en estos últimos meses que él es quien manda y que se hace lo que a él le venga en ganas. Su amenaza del sábado, propia del que desprecia toda ley, toda norma y todo principio ético, es un hecho.
El comandante, que todo lo entiende desde su óptica militar, se ha pasado todas las instituciones políticas por el forro de sus bolas. Así de simple. Así de soez. Su encono por la derrota del 2 de diciembre pasado, manifestada días después con un lenguaje más sucio, puso en evidencia su más preclaro terror: la pérdida del poder en enero de 2013. A partir de enero de este año, inició la concreción de otro “por ahora”, mientras nos deleitábamos con el dulce de lechosa que en suerte – o gracias a Isaías Baduel e Ismael García – nos comimos para Navidades. Quizás le amargamos sus fiestas. Pero es bueno saber, o estar claro, que él no juega y nos va a cobrar su ira más allá de rebajarnos el cupo de CADIVI o de hacerlo accesible a sólo un escueto 20% de los ciudadanos. Nos va a robar la democracia. Y es probable que ya sea muy tarde… es probable que ya esté consumada su felonía.
No vale la pena detallar las barbaridades jurídicas de las 26 leyes aprobadas de modo artero, propio de los judas y los timadores. No vale la pena argumentar un dossier interminable deplorando normas que no sólo carecen de sentido, sino además del más mínimo decoro. Y no merece ni el tiempo ni los argumentos porque no voy a molestarme en explicar conceptos jurídicos y muchos menos perder mi tiempo discutiendo un tema que no es legal. Ésas leyes persiguen fines políticos inconfesables. Esas leyes y la casual intervención del asesor de marras son la prueba preclara de que este régimen se quitó la careta… el disfraz de cordero. Ahora que cuenta con un momento mejor, adelanta su proceso. ¡Claro! Hoy, porque ayer se hizo en los pantalones. Dos veces. Sea virtual – como lo creo yo – o literal.
Poco importa sin embargo si el caudillo es corajudo o cobarde. Cubre con astucia estas debilidades. Y por eso nos ultraja incluso sin que nosotros mismos nos percatemos de ello. No voy a aburrirlos con el cuento del sapo hervido. Sobre todo porque ya no nos sirve lloriquear. Mientras nos ufanábamos del triunfo democrático del 2 de diciembre de 2007, creyendo no sé qué, Chávez y sus felones se preparaban para un plan contingente que sin dudas ya tenía listo antes del referendo. ¡Ya estamos hervidos! El juego – que no es tal – luce muy rudo y requiere de nosotros coraje, entereza e inteligencia. Nuestro oponente, a diferencia de nosotros, no es democrático. Hugo Chávez persigue un Estado socialista que es radicalmente distinto a un gobierno socialista. Y no sirve para nada esconder la cabeza como los avestruces.
La Constitución de 1961 – ciertamente superior al bodrio de 1999 – no fue hecha a la medida de un majadero. Se hizo pensando en la institucionalización de un modelo democrático a pesar de las naturales diferencias ideológicas de cada una de las fuerzas políticas de entonces (incluyendo al PCV y la escisión guevarista de AD, reunida en el MIR). De hecho, su expulsión del Congreso en mayo de 1962 se debió precisamente a que sus propósitos no eran democráticos. Basta ver que ellos participaron en los golpes de Estado de mayo y junio de 1962 y, luego del fracaso del llamamiento a la abstención en las elecciones de 1963, en la lucha prolongada de guerrillas en las áreas rurales del país.
Chávez surgió del reducto depauperado de las guerrillas comunistas de los años ’60. Y de eso se trata todo esto. De imponer un Estado comunista. A pesar de un rechazo contundente durante más de 40 años. Por eso, él es el artero. Él es quien juega sucio y nos traiciona. Es él quien actúa como el Iscariote. Por eso, este tinglado tiene que acabar y cuanto antes, mejor. Sin embargo, descocarnos y echarnos a la calle a guarimbear será cuando mucho, volver a actuar reactivamente. Porque no dudo que este tirano desee provocarnos para crear un caos y de ese modo decretar un estado de excepción indefinido y, entonces, imponer su modelo y, en caso de que su pretendida reforma para prolongar su mandato fracase, perpetuarse en el poder con la excusa del estado de excepción. Cuenta con instituciones lo suficientemente sumisas para que aplaudan sus delirios. Y nosotros… en fin.
Hay que actuar inteligentemente. Proactivamente. Somos nosotros quienes nos hemos de ocupar en contener a Chávez. Estoy seguro que actuará torpemente porque él no puede siquiera arriesgarse a competir en las elecciones del 2012. No puedo permitir que se repita el fenómeno Mugabe. Y como este déspota africano, otrora ejemplo de la civilidad democrática deseada en el Continente Negro, arremeterá contra toda sombra y todo vestigio de oposición efectiva. O, dicho en términos que él pueda entender, otro líder carismático. Nosotros, en cambio, debemos construir una sociedad viable después que este circo acabe. Porque todas las dictaduras caen. Unas antes que otras. Pero todas caen. Puede que Chávez piense lo mismo que Luis XIV: après moïs, le déluge. Entonces actuemos para impedirlo.

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