miércoles, 2 de diciembre de 2015

Clave para entender lo que ocurre en Venezuela


            Un mal gobierno no es inédito en estas tierras. La ineficiencia y corrupción de éste sí lo es, cuando menos, desde que el general Gómez desbancó a los Liberales Amarillos. Entender lo que ocurre hoy requiere una comprensión del fenómeno «chavista».
            En primer lugar, no existe un movimiento «chavista». Hay, en todo caso, la agrupación de intereses alrededor de un caudillo, que en su momento se llamó Hugo Chávez. Pero no hay un pensamiento que realmente sirva de amalgama. Solo la oportunidad que la popularidad del caudillo ofrecía. En el «chavismo» se reúnen bajo la bandera del «socialismo del siglo XXI» a buscadores de fortuna y comunistas dogmáticos. Una alianza así no puede considerarse jamás un «movimiento». Es una suma de intereses, como ocurre con las alianzas políticas, pero desde perspectivas aun antagónicas.
            El problema se presenta pues, cuando los buscadores de fortuna – y las élites, en general - ven sus intereses afectados. Eso es lo que está sucediendo. Indistintamente de quién logre la mayoría en la Asamblea Nacional en las próximas elecciones, las élites, sobre todo ésas que se forjaron al amparo del «chavismo», sienten  que sus intereses corren peligro. La crisis trascendió a lo meramente económico y los riesgos son muchos y en extremo peligrosos. Hay una corrupción de tal magnitud que el Estado está en vías de «africanizarse». Salvo las tribus (llamadas así solo para emular a Robert Kaplan), nadie tiene interés alguno en una desintegración del Estado y de la nación venezolana.
            Todos los analistas presagian un año 2016 muy complicado. El barril de petróleo no parece acercarse al «precio justo» que necesita Maduro. La comunidad internacional ya no ve con buenos ojos esa conducta de «enfant terrible» que caracterizó a Chávez. Por el contrario, la inminencia de una guerra contra el terrorismo empieza a exigir definiciones de los países. Jugar con fuego en este momento resulta muy mal negocio. Las élites lo entienden y, aún más, saben de qué lado deben ubicarse.
            Maduro está obligado a enmendar. Si no lo hace, todas las fuerzas vivas, incluyendo a su propio partido, van a darle la espalda como en 1993, se las dieron a Carlos Andrés Pérez. La política es negociación y consenso, aunque para los dogmáticos, tal cosa sea lo más parecido a una herejía. Un gobierno hegemónico y déspota como éste no puede perdurar, sobre todo si los fracasos son tantos que puedo uno empezar a hablar de un Estado fallido.
            El voto masivo por las fuerzas democráticas es necesario pues, no para impulsar los cambios, sino para llevarlos a cabo del mejor modo posible.
            

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