sábado, 13 de agosto de 2016

Lo que Umberto Eco llamaba retórica prevaricadora


En un artículo suyo, «Utilizar al pueblo», publicado en L’espresso en 2003[1], Umberto Eco refería a la utilización del pueblo, o lo que a mi juicio sería más apropiado, el abuso del vocablo. Como lo afirma el filólogo italiano, el «pueblo», como expresión de única voluntad y sentimientos iguales, una fuerza casi natural que encarna la moral y la historia, no existe realmente. Lo que sí existe, y cito de nuevo a Eco, son los ciudadanos, que tienen ideas diferentes; y el régimen democrático, que si bien no es el mejor pero sí es el menos malo de todos, establece que gobierna el que obtiene el consenso de la mayoría de los ciudadanos.
El pueblo, al que apelan con ligereza los demagogos, como Chávez y Maduro (y en el caso del artículo de Eco, Berlusconi), es solo una ficción para crear una imagen virtual de la voluntad popular, que, como ocurre hoy en Venezuela, no se corresponde con la realidad. El país es mucho más que el Ejecutivo o la Asamblea Nacional. El país incluye a infinidad de factores que van desde los colegios profesionales al ejército, desde la prensa hasta los poderes industriales, y pare uno de contar, porque la lista es inagotable. Pero reduciendo «el pueblo» a la ficción que de este hacen los demagogos, se logra confundir los proyectos del régimen con la voluntad popular, al menos la mayoría de las veces. Eso hacía Chávez y hace Maduro, que sin dudas, este régimen ha estado muy bien asesorado en lo que atañe a la propaganda.
Eso ha hecho este gobierno, no solo inventar un apoyo masivo a la revolución cuando en verdad hay un profundo rechazo, cercano al 90 % según las encuestas; sino además, arrogarse una representación de la genuina voluntad popular de la que ciertamente carecen. Cada vez que alguno de los voceros oficiales habla en nombre del pueblo, lo hace realmente en nombre de esa ficción que les permite desviar una discusión de fondo: la indiscutible ilegitimidad de un proyecto rechazado por la mayoría de los venezolanos.
Eso hace también con otros neologismos, como la guerra económica o el de bachaquero, para ocultar la escasez de productos como consecuencia de las políticas socialistas; el de guarimba y guarimberos para criminalizar la protesta; el de guerra mediática para coartar la libertad de expresión e impedir que la prensa libre desnude la realidad… La verdad es que el régimen de Maduro, y antes el de Chávez, como también otros regímenes totalitarios, han pretendido crear una realidad que le resulte cómoda a sus aspiraciones hegemónicas, negando el hecho de ser su proyecto, la génesis de esta crisis, que bien puede calificarse como la más grave que haya padecido este país en décadas. Creo que en medio de las estrategias necesarias para a atacar los muchos frentes, debemos enseriar la discusión política y mantenerla sobre lo que es relevante, sin permitirle a la élite gobernante desnaturalizarla con ese discurso falsificador que Umberto Eco llamó «retórica prevaricadora».  



[1] El artículo se encuentra en la obra «A paso de cangrejo», que reúne varios artículos del autor. 

No hay comentarios: