viernes, 26 de junio de 2015

La gente quiere cambios


Mchael Penfold en un artículo (publicado por Prodavinci.com, cita los ejemplos de Libia y Egipto precisamente para destacar qué hace falta para que ocurra un estallido social. La primavera árabe se desató por una brecha insalvable entre el costo de la vida y lo que ganaban las personas. La escalada inflacionaria es de tal magnitud que no importa lo imprescindible que sea un producto, la persona sencillamente no puede pagarlo. El caso venezolano se acerca peligrosamente a ese punto de quiebre, que a mi juicio es un momento en el que se suman varios elementos: imposibilidad de pagar las cuentas básicas (me refiero a no poder, por ejemplo, comprar carne o pollo durante largos períodos, porque no lo hay y si se consigue, es demasiado caro), la destrucción gradual de empleos (que ya es elevada) y por último, un evento que prenda la mecha.
Todas las encuestas apuntan no solo a una victoria electoral opositora (que eventualmente podría no darse por variadas razones, como por ejemplo las maniobras tramposas para que menos votantes tengan más diputados o las amenazas de violencia de ganar las elecciones), sino al deseo general de cambios, sobre todo económicos. El gobierno enfrenta pues, su peor reto: un panorama hostil y de inmenso rechazo sin dinero para alegrar a la gente con dádivas (que cada vez se pagan menos).
Si no se producen cambios, el estallido vendrá. Podrá incluso gobernar la oposición, pero si no se dan los cambios, lo más probable es que tenga lugar una explosión social. Las elecciones pueden ser – y de hecho, creo que lo son - una válvula de escape. Si la oposición logra una mayoría importante en la Asamblea, habría opciones y la gente aguardaría razonablemente para que reorganizados los factores de poder, ocurran los anhelados cambios. Si las pierde y las cosas siguen igual, o bien habrá un estallido, o, para preverlo, otros actores se anticiparán a los posibles eventos caóticos (que de darse, lo más probable es que de todos modos desemboquen en una sustitución de gobierno, solo que en circunstancias mucho más complicadas).

Creo pues, que ante un profundo rechazo al gobierno y una oposición que sin serlo realmente, mucha gente la percibe como mediocre y pusilánime, puede surgir un (indeseado) "tercer camino", de ésos que en América Latina ya han surgido antes y han puesto orden por las malas y a juro. Al menos, así lo veo yo. Puedo estar equivocado, desde luego. 

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