Aburre
leer día tras día pavadas sobre un modelo fracasado hace más de 25 años. La
propuesta socialista solo trae miseria y ésta envilece al ser humano. Ese
discurso beligerante de jóvenes embaucados no se corresponde con un mundo
radicalmente distinto al que existió durante la vigencia de la guerra fría.
Acaso si es letra estéril de viejas canciones panfletarias.
Espanta
oír a muchachos hablar de tesis superadas, muchos de ellos bebés cuando se
desplomó ese delirio que Lenin y sus conmilitones llamaron URSS. Puedo entenderlo
de las momias, de viejos cachivaches que rumian el fracaso de sus ideales, pero
me resulta intragable de mocosos que crecieron en un mundo dominado por
conductas liberales, sin las cuales su voz sería silenciada a palos, como lo
fue en el Chile de Pinochet y lo es aún en la Cuba de los hermanos Castro.
Asusta
ahondar en el análisis de ese salto atrás, porque, les guste o no, eso es el
socialismo, un atavismo. No me cabe en la cabeza que gente inteligente siga
pensando que reducir la humanidad a un mero engranaje sea la solución a
problemas que ese engendro no logró superar y que sin dudas, hizo más graves, más profundos.
Temo
lo que pueda ocurrir, no tanto porque disienta de este delirio necio impuesto
por una élite anquilosada en un pasado fallido, sino por la superficialidad de
nuevas generaciones, que por ganar protagonismos o por no profundizar más allá
de lo que desean creer se dejan seducir por un discurso anacrónico, tanto como
lo es hablar hoy por hoy de nazismo, fascismo y aun del derecho divino de los
reyes.
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