martes, 27 de enero de 2015

De padrecitos y coños de madres

Se lee en algunos medios impresos y se les escucha a otros en los medios audiovisuales usar el término capitalismo o derecha como si fuese un insulto. Algo así como una mentada de madre en medio del tráfico. A mi juicio, aclarando que no es gran cosa, ese uso maniqueo de esas palabras más que mala intención, y la hay, demuestra una lectura sesgada de quien no busca esclarecer sus ideas, sino reforzar sus ideologías, y, obviamente, no son lo mismo. Si unas han mejorado el mundo, las otras, han causado guerras.
El término capitalismo o capitalista no viene de un señor, muy coño de madre, que le hace la vida de cuadritos a sus empleados, más que por afán de lucro, por maluco. Viene de la palabra capital. No soy economista, por lo que mal puedo esclarecer conceptos sobre el capitalismo y sus modalidades, que las tiene, tanto como el socialismo. En rasgos generales, de lo que leo en enciclopedias y vainas de ésas, se trata de un modelo económico, basado en la propiedad privada de los bienes de producción y la utilización del trabajo asalariado, regido no por la mente prodigiosa y omnipotente de los gobernantes socialistas, que todo lo saben; sino de un modo mucho más social e inteligente, el mercado, que es la expresión más clara de las decisiones sociales, si vemos que es la gente la que en definitiva decide qué compra, qué se produce, cómo se produce, quién ha de hacerlo y cuándo. El mercado no es una entelequia creada por el maligno. Es la gente, decidiendo directamente, sin que el Estado, como una vieja entrépita, ande metiéndose en lo que ciertamente no le concierne.
Sobre el término derecha hay interpretaciones igualmente maniqueas, como si fuesen unos bichos sacados de las malas películas de Ed Wood la gente que cree en un Estado libre, democrático, que respete la propiedad privada, y en un gobierno (sus dirigentes) que no ande de padrecito, cual Rusia zarista, diciéndole a la gente qué hacer, qué decir y qué sentir… ¡cual escuelita, pues!
El capitalismo fomenta la libertad de las personas, que de verse la dialéctica histórica, es y será la única ruta posible para progresar. El capitalismo demanda, eso sí. Y es que la libertad conlleva necesariamente la responsabilidad por las decisiones propias. No en balde, los países progresistas, fuertes, desarrollados, como Estados Unidos, por ejemplo, lo son porque en vez de tratar a sus ciudadanos como débiles mentales, incapaces de granjearse su propio bienestar, les exigen, y mucho. Estos países, como el mío, que aún creen en el gendarme necesario, llámese Gómez o un gobierno socialista, han rasado hacia abajo, exigiendo poco (votar, de vez en cuando), y como corolario han obtenido pueblos flojos y mendicantes, des-responsabilizados de su propio destino, el  cual han dejado en manos de un padrecito, llámese Rosas, Perón, Velazco Alvarado, Castro o Chávez.
Ahh… por último, sí hay un capitalismo feo, claro. Ése dominante en China.


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