No sé qué puede ocurrir. Se intuye un mal presagio.
Entre chanzas, bromas y chistes, la gente va irritándose cada vez más. No
creamos, porque la gente bromea en las colas, que el ciudadano no está
hartándose de una vida que no es vida. El triquitraque era muy divertido, hasta
el día explotaba en la mano.
El gobierno hace declaraciones
infelices, como las de un ministro sobre las papas fritas de McDonald’s, pero
en sus palabras subyacen confesiones, y es que, en socialismo no se tiene lo
que se quiere, sino lo que va quedando. Y cada vez es menos. O, como el chiste,
si bien podemos estar contentos porque vamos a comer mierda, ésta,
desgraciadamente, no va a alcanzar para todos.
La caída de los precios del crudo
compromete la (falsa) viabilidad de este modelo, que necesita un barril de
petróleo por encima de los cien dólares, de acuerdo a las estimaciones de
expertos muy bien calificados y sin compromisos partidistas. Maduro se fue de
gira, para buscar dinero, endeudándose con prestamistas, para pagar tarjetas de
crédito, que, obviamente, volverá a saturar. Y es que, pese a su promesa de
tener los recursos en bolívares, la revolución necesita dólares y no puede,
para su desgracia, encender la maquinita para imprimirlos.
El modelo fracasó. Así de simple.
Chávez quería regalarle dinero a 10 millones de personas y por ello, arruinó a
Venezuela. Maduro no termina de comprender que su taita político no le legó una
fortuna y que del caudal que creyó tener, solo restan deudas… muchas deudas.
Espero, quizás ingenuamente, que en el
PSUV haya gente sensata, que esté al tanto de la gravedad de las cosas, y que, aunque
sea solo por la necesidad de sobrevivir (políticamente), acuda a los otros factores,
más de allá de las organizaciones políticas amigas y adversarias se le enfrente
a los demonios dogmáticos en su seno, y, entre todos, se desarrolle un nuevo
acuerdo de gobernabilidad. Si no, vaya uno a saber a dónde irá a parar este
país, que va cuesta abajo en la rodada, como dice el tango.
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