Hay muchas
encuestas. Unas dan triunfador al candidato-presidente, otras al candidato
opositor. Unas arrojan cifras inverosímiles, otras ubican la contienda en un
pugilato más o menos parejo. Y la verdad es que, vista la deplorable situación
del país, sólo una me luce razonable y consistente con la realidad nacional:
Chávez debería perder el venidero 7 de octubre por un margen lo suficientemente
cómodo para el candidato opositor que impida maniobras tramposas por parte del
gobierno.
Ninguna encuesta refiere esa situación,
salvo una, al parecer salida furtivamente de las oficinas del CNE, cuyos
números no son para nada semejantes al del resto de las firmas encuestadoras,
otorgándole al candidato opositor una ventaja de 25 puntos. Desde luego, no hay
razones para darle credibilidad a esta encuesta de origen desconocido. Sin
embargo, llaman la atención varios condicionantes que en buena lógica deberían
traducirse en una merma considerable de la intención de voto por el candidato del
PSUV y una recuperación robusta de la opción opositora.
Entender la dimensión exacta de una campaña
electoral trasciende a las encuestas, que no pocas veces han mostrado errores
hasta del 1200% en sus apreciaciones. Basta citar la proyección esperada por
las firmas encuestadoras, sobre todo las más respetadas, que auguraban un
escenario ideal en las pasadas primarias de febrero con una votación aproximada
de 800 mil votantes. ¡Votaron 3 millones de personas! ¿Recuerda alguien lo que
dijo Jesse Chacón sobre un escenario en el que la oposición recibiera más de
2.5 millones de votos? Se requiere pues, para comprender a cabalidad como
progresa una campaña electoral, de un análisis más o menos concienzudo acerca
de una variedad de condicionantes, que van desde el carisma hasta la respuesta
adversa de una sociedad exhausta por una gestión deplorable. Y las encuestas
terminan siendo apenas un termómetro del clima electoral[1].
Las primarias de febrero pasado fueron
abiertas, por lo que, de acuerdo a Eduardo Semtei, por cada votante en esas
primarias, habría 2.5 votantes a favor de la candidatura de Henrique Capriles para
las presidenciales de octubre, por lo que, la oposición democrática ya tendría
en su haber 7.5 millones de votos seguros[2]. Ésa sería la base cuantitativa
de la opción por el cambio. Si se repite la abstención de otras elecciones, alrededor
del 30%, y partiendo de un patrón electoral de 18 millones de votantes, según
lo ha dicho el CNE, estamos ante un escenario de 12 millones 600 mil votantes,
creo que un niño que sepa algo de matemáticas ya ve el triunfo de la opción de
cambio muy clara.
Sumemos, además, el 25% de indecisos, que
de acuerdo al director de Datanalisis, Luis Vicente León, tenderían a irse más
hacia la opción opositora que al continuismo. Si bien no todos votarían por el
candidato de la MUD, al menos sí la mayoría. De ser verdaderas estas cifras, matemáticamente,
el presidente Chávez entregaría el poder en enero próximo. Y no cito que, de
acuerdo a Eduardo Semtei, el presidente tendría amarrados cuando mucho 4.5
millones de votos[3].
De esto, ya hablaremos luego.
Javier Biardeau - sociólogo simpatizante
del proyecto bolivariano - señala por su parte, que en efecto, sí ha habido un
crecimiento de la base opositora y que además desconocen las causas por las
cuales el electorado chavista percibe que al PSUV le está costando presentarse
incluso como una gran maquinaria electoral. Que se advierte pues, un
preocupante espíritu de desmovilización de las bases y de fallas organizativa[4].
Eduardo Semtei dice, de paso, que el
chavismo tendría a lo sumo, 4.5 millones de votos amarrados[5], como ya lo he citado
antes. Habría pues, una brecha de 3 millones de votos asegurados para cada uno
de los bandos, lo cual dejaría en claro que la MUD ya estaría triunfando.
Entonces, ¿qué ocurre? ¿Por qué las
diferencias entre las encuestas y estos números? ¿Por qué las encuestas dan a
los candidatos más o menos las mismas opciones si no han variado los
condicionantes desde las últimas elecciones? Lo dije en otro artículo mío[6], lo repito ahora, las
encuestas simplemente yerran. Y lo digo porque, desde un punto de vista
científico, la explicación más simple suele ser la más apropiada y ésta es que
las firmas encuestadoras yerran sus pronósticos.
En otras oportunidades, Datanalisis,
considerada la más seria de las encuestadoras, así como otras de mayor o menor
prestigio, han errado y por márgenes considerables. En parte, porque pueden
haber utilizado metodologías imprecisas, porque hicieron mal las preguntas o infinidad
de errores técnicos que obviamente, yo desconozco. O quizás, en algunos casos,
porque de ese modo se crean matrices de opinión. Y no dudo que halla intereses,
aún dentro de las filas opositoras, que, bajo la excusa de evitar la violencia
y mantener la paz, prefieran mantener el status quo, como lo manifestó César
Miguel Rondón recientemente en uno de sus editoriales[7].
No creo pues, que esa encuesta
supuestamente salida de las oficinas del CNE sea cierta. Y no lo creo porque al
fin de cuentas, no hay modo de validarla. Sobre todo porque las que llevan la
firma de sus autores, en general expresan otra cosa y no creo que todas estén
tan desacertadas, o hay otro fenómeno en el tapete, como el miedo popular a
responder con la verdad. Sin embargo, pese a los números de las demás firmas
que aparecen por los medios, es ésa idílica encuesta la única que parece
consistente con la realidad que vive el país, vista su precaria situación luego
de 13 años, la cual mal puede esconderse (1.269% de inflación, alrededor de 140
mil muertes violentas, escasez de productos básicos, la ruina de la
infraestructura y un largo etcétera), así como el creciente descontento, que se
ve en las concentraciones del candidato opositor versus los mermados mítines
del presidente (como lo ven incluso los psuvistas), amén de otros muchos factores.
No digo pues que ése sea el escenario, que
el candidato del PSUV pierda por 25 puntos. Sin embargo, estoy convencido que
el venidero 7 de octubre, los venezolanos van a preferir la opción del cambio
que encabeza Henrique Capriles. Y no me asombraría que la brecha fuese mayor de
la esperada.
1 comentario:
La balanza para el 7O tiene por un lado a la oposición, con HCR y casi todos los que no son gobierno; por el otro está HCh con todo lo que es gobierno y tras bastidores, en la sombra, una cantidad de intereses multinacionales non sanctos.
Hay muchos posíbles escenarios pero me parece que el más probable es que gane HCR. Si lo hace con amplio margen, a muchos en el gobierno les tocará correr o pactar su supervivencia y HCh entregar. Si la diferencia acarrea un margen discutible, el sector gobierno y sus aliados en la sombra buscarán atar a HCh a la silla pero ya HCh lleva el enemigo por dentro y será cuestión de tiempo y vendrá otro panorama para el primer semestre del 2013.
Las encuestas están preparando, quiéranlo o no, el segundo escenario y la oposición debe articular una estartegia para eso.
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