martes, 14 de febrero de 2012

Los ni-ni’s son mayoría


Leo a Petkoff, que como hombre serio y buen analista político que es dice sobre las metidas de pata de la CD durante el RR del 2004, que el desconocimiento de un bando sobre el otro han desdibujado al país, que en efecto, es más grande que el barrio o la urbanización en la que se vive. Y es una verdad – cuasi absoluta – que ni los chavistas ni los opositores son mayoría. Lo son esa inmensa masa de neutrales, que algunas veces han apoyado a Chávez y otras, a la oposición. Son ellos, el fiel de la balanza.
Resulta necio creer que esa mayoría ve al país como la vemos en las bancadas con una inexpugnable tendencia a favor o en contra del gobierno. Y si bien he afirmado en otras oportunidades que las fallas de éste son estructurales y conceptuales, también debo decir que la mayoría no le ve de ese modo. Para millones de venezolanos, no se trata de una lucha de clases, como tanto aseguran los más radicales (reductos de una izquierda que jamás quiso los términos de la pacificación), pero tampoco de una dictadura en términos tradicionales (como si pudiera equipararse a éste con el gobierno de Pinochet). Y poco importa si de este lado tenemos la razón o la tienen del de quienes acompañan al líder de este proceso. Los ni-ni’s no lo ven así y nos guste o no, son ellos mayoría.
La CD (e incluyo a todos quienes nos oponemos a este gobierno) erró en su estrategia y por ello, pese a la conflictividad y demostraciones de fuerzas durante los años 2002 a 2004, Chávez ganó el RR y más tarde, la reelección en el 2006. La oposición fue vista entonces, dentro y fuera del país, como una masa de malcriados – sin lugar a dudas enorme y por ello, la intensa conflictividad - que no aceptaban las reglas del juego. Y en cierto modo, eso era verdad. Chávez ganó las elecciones en 1998 y, aunque aún hoy halla quienes crean lo contrario, el RR en el 2004, por lo tanto, la CD debía hacer lo que era su deber, no con ella misma (ya que no se trataba de asegurar posiciones dentro del Estado) sino con nosotros, los votantes que confiamos en los líderes opositores: servir de contención a las aspiraciones autocráticas del líder, que sin duda las tiene.
Venezuela es mucho grande que los dos bandos en pugna y la mayoría ya está harta de la pugnacidad de uno hacia el otro. Los ni-ni’s – que suman alrededor del 50% de los electores - desea calma y que tirios y troyanos escuchen ese grito silente, esa voz que retumba calmadamente, exigiendo a unos y otros atender las verdaderas necesidades de la ciudadanía. Por eso, las encuestas, que dan ganador a uno u otro, sólo muestran la temperatura presente, pero la encuesta verdadera es el próximo 7-O y si queremos llevar el cambio al poder, de la mano de Henrique Capriles Radonsky, hay que convencer a esa mayoría neutral de que es ése el mejor camino, no porque se saque a Chávez de la presidencia (que en sí mismo no deja de ser una malcriadez) sino porque hay un plan de gobierno bien estructurado para impulsar el desarrollo y la prosperidad que todos, rojos y opositores, merecemos.  

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