miércoles, 30 de septiembre de 2009

El “index” escolar

Nuestro presidente, resultado de la irresponsabilidad popular, pretende obligar a los niños, naturalmente desprovistos de las nociones necesarias para discernir, a leer un “índex” de necedades, lugares comunes y demás tonterías que contiene su mensaje anacrónico. Un niño mal puede calificar y juzgar las simplezas que Chávez ulula tediosamente. Así mismo, impone, la lectura de Carlos Marx e incluso, las cuitas de amor del Libertador, que, de paso, no son apropiadas para un menor. Sobre Marx sólo refiero las palabras del economista Emeterio Gómez: “El capital” es un libro tonto. De las cuitas del Libertador, ni siquiera hablo.
Bien dice la nota de Infobae, publicada el 14 de mayo de 2009, la cual anima estas palabras, Chávez pretende su propia revolución cultural.
Cualquiera que haya visto al nuevo cine chino, podrá apreciar el desprecio y el rechazo que la población de ese país siente por la Revolución Cultural. Sin embargo, nuestro presidente insiste, como ya resulta manido, con posturas, ideologías y demás yerbas aromáticas que constituyen en la actualidad parte de los anales ideológicos ampliamente superados por la humanidad.
No deja de ser grave. A pesar de que resulte prácticamente imposible imponer un criterio cultural único hoy en día. Y lo es porque, tal como señala la nota de Infobae, se persigue con ello, “inculcar los valores conducentes a la consolidación del hombre nuevo y la mujer nueva, como base para la construcción de la patria socialista”, según las palabras del ministerio. (Véase http://www.infobae.com/contenidos/448346-101275-0-La-dictadura-cultural).
Se quiere pues, vender a la infancia lecturas anacrónicas que, si bien pueden ser objeto de análisis histórico, como parte de la evolución del conocimiento humano, mal pueden entenderse, a la luz de los acontecimientos presentes, como referencias políticas válidas y menos como material literario obligatorio en las escuelas. Sobre todo por el componente doctrinario de una medida así.
La sociedad sujeta a un “índex”, como lo propone el presidente, no madura ni crece. Mucho menos se desarrolla. Al contrario, tiende a anquilosarse en una verdad inmutable, dogmática. Si sólo quiere ampliarse pues, la base de criterio, entonces bien podrían leer, además, a John Locke, Adam Smith, Thomas Jefferson, Tocqueville, Orwell y, por qué excluirlo, a Adolfo Hitler y su Mein Kempf. Porque, si de leer se trata pues, como parte del conocimiento humano, todas las lecturas son válidas. No sólo aquéllas que venden lo que se desea imponer. Esto último es tan sólo totalitarismo.

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