La MUD, a trvés de los diversos
partidos que la integran, recolectaron casi dos millones de firmas para activar
un referendo revocatorio. Voceros del Psuv, como Jorge Rodríguez y Diosdado
Cabello, han dicho que las autoridades deben auditar todas las firmas. Una
medida como esa solo puede entenderse como un medio para retrasar la consulta.
Voceros del CNE, por su parte, han declarado más o menos en ese mismo
sentido.
No dudo que el interés del gobierno
sea justamente demorar el revocatorio para que, de celebrarse y eventualmente
perderse, cambien los nombres mas no el statu quo. Esta actitud es muy grave.
Revela la ceguera oficial frente al verdadero problema: las causas de la
crisis.
No entremos a considerar números y
encuestas. Casi todas, y todas las serias, reflejan un rechazo no solo hacia el
presidente Maduro, sino hacia el legado de Chávez. Consideremos más bien las
consecuencias que tal ofuscación puede generar, y que, sin dudas, afectarían por
igual a chavistas y opositores.
Nadie quiere nombrarlo. Sin embargo,
ese fantasma asecha en los cuarteles. Negar los cuernos no lava la honra del
cornudo. Creer que la desesperanza y la desesperación va a cejar con un mero
cambio de nombres no es estúpido. Es, sin dudas, un suicidio. Que Maduro deje
la presidencia no es solución. Es, en todo caso, la superación de un obstáculo
para atender la crisis. De hecho, si Maduro escuchara a los técnicos y
emprendiera las reformas necesarias, su salida de Miraflores sería innecesaria.
La posibilidad de un estallido social
es más que plausible. El pueblo padece hambre y miserias, y su voz valió muy
poco porque no apoyó al gobierno en las elecciones parlamentarias de diciembre.
Tozudamente se hace el sordo ante las quejas. Sin ninguna prudencia extingue
toda posibilidad de producir localmente. Autoritariamente reprime toda voz
disidente. Impúdicamente protege y avala conductas censurables… Cabe
preguntarles pues, ¿qué creen que pueda pasar?
La ceguera dogmática – y tal vez
otras causas – le impiden a muchos ver la fragilidad política e institucional. Todo
intento por mantener el statu quo propicia su ruptura, aun de formas
indeseables. El chavismo debería atender a una vieja conseja siciliana: Si quiere
que todo siga como está, es necesario que todo cambie.
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