No
importa que divulguen donde pasan sus vacaciones los dirigentes opositores,
siempre que se acepte que a esos mismos destinos van también los jefes
oficialistas, con la salvedad por supuesto, que aquéllos no andan pregonando
que tener dinero y darse esos gustos es prácticamente pecaminoso. Por eso, no
malinterpretemos lo que en sana lógica supone un doble discurso.
Los
líderes opositores, muchos de ellos personas solventes capaces de costearse
viajes al extranjero, no andan diciendo que sean ellos los que carecen de
recursos, sino millones de venezolanos, a los que viajar al exterior se les ha
hecho imposible, para empezar porque se requiere de una tarjeta de crédito que
aguante el cupo CADIVI (Bs. 18.900,00 a la tasa oficial), que muy pocos poseen.
El impacto de viajeros en el otorgamiento de divisas no supera el 3 % de la
demanda de dólares.
Acusar
veladamente a funcionarios opositores de gastar dinero público tan solo porque
puede costearse un avión privado es una necedad. Se sabe – o por lo menos
sabemos muchos en este país – que muchos de ellos gozan de una holgada posición
económica desde su nacimiento. Otra cosa ocurre con los líderes del gobierno, cuyos
antecedentes económicos y sus ingresos no se corresponden con el nivel de vida
que llevan. Sin embargo, de ellos no se dice nada.
Por
último, no son los líderes opositores, creyentes de una economía libre y del
derecho a la propiedad privada (principios
fundamentales de un genuino orden democrático), quienes critican a quien
pueda pagarse legalmente viajes al extranjero, para descansar o hacer compras o
cualquier otra cosa lícita. Quienes pregonan la malignidad de gastar dinero en esos
viajes y otras distracciones y cosas, gracias a las cuales millones de personas
en el mundo tienen empleos, son los líderes oficialistas, pregones del
socialismo. No hablen pues, de doble moral. Bien se sabe, jamás debe escupirse
para arriba.
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