viernes, 15 de junio de 2012

Aprender la lección


     No quiero hacer pronósticos. Puede que sean más las veces que he errado que acertado. Sin embargo, no encuentro razones para suponer que la situación electoral de septiembre pasado haya cambiado. Hoy por hoy, quienes nos oponemos a este gobierno seguimos siendo mayoría. Y esta vez no pueden hacer trucos con los circuitos electorales como hicieron en las pasadas elecciones parlamentarias. Creo que la oposición (dispuesta a votar por Henrique Capriles) ronda el 52%.
     No hay duda de la capacidad de convocatoria de Chávez. Él es un portento político y un fenómeno social (en muchos aspectos indeseable). Pero ya su gobierno luce exhausto, moribundo si se quiere. Después de trece años de desgobierno, la ineficiencia lo ha arropado y la corrupción de muchos funcionarios ensucia su gestión y por qué negarlo, también su liderazgo. Así mismo, a pesar del esfuerzo, más o menos eficaz hasta recién, ahora que ha padecido una recurrencia del cáncer, no logra convencer sobre su salud y cada vez más creen las afirmaciones de periodistas como Nelson Bocaranda y Berenice Gómez.
     Hace unos meses, a principios de este año, agobiado por las encuestas, hablé con un periodista de larga y muy bien reputada trayectoria y me dijo sin tapujos, olvídate de la enfermedad del presidente, Chávez pierde por la paupérrima calidad de vida que ha ocasionado para millones de personas. La crisis del sector eléctrico, la inseguridad campante, la catástrofe carcelaria y desde luego, la inflación que roba los salarios de millones de venezolanos comienzan a mermar fatalmente la popularidad del caudillo. Las marchas del domingo 10 y del lunes 11 dicen mucho sobre eso. Negarlo es una idiotez.
     Se sabe, el gobierno tratará de maniobrar como sea (tal como lo hizo el de Alberto Fujimori a pesar de que era inminente la debacle). Bien dicen los más viejos, no hay peor consejero que la desesperación. Sobre todo de aquéllos, ciertamente minoritarios dentro del gobierno pero sin lugar a dudas los más ruidosos, que embarrados en crímenes muy graves (Aponte dixit) temen perder el poder y por ello, se aferran a él desesperadamente. Sabrán bien que la vida se les va en ello. Su desesperación salta a la vista diariamente en los medios de comunicación.
     No sé y no quiero aventurarme en augurios. No obstante, si vemos las cosas a la luz de la naturaleza humana, no dudo que del chavismo emerja una fuerza reconciliadora que dejando de lado a los más radicales sin ninguna misericordia, tienda puentes hacia la oposición. Creo que ellos, tanto como los demás, también están hartos de la pugnacidad y la segregación. No dudo pues, para decirlo de un modo más coloquial, que no pocos aprovechen que la talanquera aún está bajita para saltarla.
     Sí se huele un tufillo a hartazgo y por ello, un bálsamo refrescante que augura cambios. Ojalá y hayamos aprendido la lección.

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado
16 de junio de 2012 

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