María Corina Machado hizo aquello que por
hacer, era su obligación más que su derecho. No olvidemos que ella ejerce el
cargo de diputada y, de los muchas funciones que ostenta un parlamentario,
controlar las otras ramas del poder público es una de las más notorias (y
valiosas). Chávez escurrió el bulto, descalificando a la mujer, atacando al que
tilda de enemigo, pero jamás demostrando que en efecto, las acusaciones de su
adversaria eran incorrectas. Y triste resulta además, escuchar al presidente
argüir que una diputada carezca de ranking
para debatir con él. Muestra una vez más el caudillo, su ignorancia sobre lo
que supone vivir en democracia.
Al
parecer, vistas las respuestas que a lo largo de estos trece años han ofrecido el
propio caudillo, así como su corte de seguidores, entienden mal ellos los
principios más importantes de la democracia. Para ellos, socialistas muchos,
oportunistas otros tantos y todos, ignorantes de lo que supone vivir
democráticamente, la mayoría (aún si es apenas relativa) equivale al todo. Y se
sabe, se decide por mayoría pero se respetan las voces disidentes. Mal puede
entenderse como diálogo un discurso de nueve o diez horas para vocinglear
propaganda sin que pueda nadie pararse a decirlo, máxime si es ése, uno de sus
deberes sin importar si representa a un grupo supuestamente minoritario.
Una
sociedad reúne muchas ideas y pareceres. Incluso en el seno de los partidos
políticos existen diferencias. Y no es malo. Todo lo contrario, la diversidad
es la base de la creación en este mundo. Sólo quien comprende a la sociedad de
modo cuartelario puede creer que la democracia se ejerce verticalmente,
vociferando órdenes como si el país todo fuera una tropa. Los civiles no
tenemos comandantes ni recibimos órdenes de un superior, porque tal cosa no
existe en el mundo civil (y civilizado).
Basta
pues de glorificar botas, de ensalzar charreteras. Rescatemos el país para los
civiles, que no pocos hombres y mujeres empeñaron tanto – aún sus propias vidas
– para legarnos una democracia civilizada. El poder político es esencialmente
civil y todo intento por militarizarlo hiede a fascismo. Por ello, cuando estés
solo, frente al tarjetón para votar, ten presente si quieres un país
militarizado o una democracia verdadera.
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