No quiero criticar, no quiero acusar, sólo
deseo exponer unas ideas más para expandir las posibilidades de triunfo, no de
éste o aquel grupo, sino del país. Unos van a ganar y otros, a perder. Eso es
cierto. Y es cierto también que aquellos perdedores harán lo que harán para
oponerse al gobierno de los vencedores. Si no tratamos de imponernos nada y por
el contrario, consensuamos ideas, todo el país ganará indistintamente de
quienes sean unos y otros.
Venezuela
no es un proyecto ideológico, sea éste o aquél. Venezuela es un país y por
ello, millones de personas que en este territorio, buscan su felicidad. Y se
sabe, ésta no le compete ni la concede, jamás, el Estado (y aún menos, un
gobierno cualquiera). Una vez que entendamos esto, no sólo llevaremos una
relación más armónica los unos y los otros, sino que además, de la diversidad
surgirán nuevas ideas y nuevos proyectos.
Ser
líder no significa imponerse, actuar como un padrecito, sino servir como un
faro, una luz que unos seguirán si con esa luz se sienten armonizados. Otros
no, porque no verán en esa luz, guía alguna. Pero lo más importante, sea éste o
aquel líder, ninguno tendrá la razón. Cuando mucho, una interpretación del
problema y un punto de vista para hallar soluciones. Podrán pues, decir lo que
a bien les parezca decir. Cada líder no es más que una opción más en un
universo de opciones. Un universo que de paso, no decrece, sino que por el
contrario, crece, cada vez más gracias a la diversidad.
No
tenemos por qué pelearnos entonces, que no es una guerra. Se trata sólo de
ofrecer pareceres, puntos de vista para dirimir obstáculos. Y no hay, por Dios,
una sola forma de dirimirlos. Al contrario, son infinitas las opciones, porque
la mente humana es expansión y creación. Centrémonos pues, en la idea de una
nación para todos, en la que todos tienen cabida y más importante, voz. Por
ello, la democracia no es sólo la voz del grupo más numeroso, sino la de todos,
aunque las decisiones se tomen por mayoría.
Una
vez que estemos de pie, frente a las urnas, no pensemos si vamos a ganar o
perder, sino que con el voto, cada quien ejerce el poderoso recurso de expandir
el pensamiento libremente para crear. Si triunfa o no la opción por la cual
votamos no importa si comprendemos que, gane quien gane, cada venezolano habrá
de tener un espacio para expandirse en la búsqueda de su propio desarrollo sin
más limitaciones que aquéllas que hemos elegido como pueblo – en su sentido
político – para convivir armónicamente.
Si
usted me pregunta cuál modelo de gobierno es mejor, yo le diría que aquél que
asegure las libertades suficientes para expandirse, para que cada quien cree su
sueño y de éste, su realidad presente, que así ya el país gana por añadidura.
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