Del totalitarismo y otras aberraciones
Cuesta
imaginar como una abominación como el régimen nazi se hizo del poder por medio
de unas elecciones libres, realmente democráticas. Sobre todo si tomamos en
cuenta que no era el pueblo alemán uno políticamente inmaduro. Y les llevó doce
años librarse de aquella desgracia. No crea por ello que éste, nuestro pueblo,
está exento de una tragedia similar.
Cada
día me convenzo más de las horrendas semejanzas de éste con el régimen nazi. Supongo
que ya saltará algún exaltado, defensor de esta falsa revolución por esta
afirmación pero, sin lugar a dudas, no es a la Rusia soviética de José Stalin
sino a la Alemania nacionalsocialista de Adolfo Hitler a lo que va pareciéndose
todo este modelo autocrático y profundamente narcisista. Todo por y para el
caudillo, que allá llamaban führer y en estas tierras, líder (significa lo
mismo).
El
nazismo no arrebató la libertad de las personas de la noche a la mañana. Su empeño
fue meticuloso, constante, basado en una propaganda alienante, cuyo pivote fue
un sistema de creencias subyacentes, así como una represión cada vez más brutal.
Puede creer, sin temor a errar, el discurso oficial usa las once claves de la
propaganda nazi con el mismo designio: minimizar la voluntad popular hasta
sojuzgar a la gente.
No
se equivoque, este gobierno, que no gobierna para poder hacer otras cosas
inconfensables, viene desarrollando una estrategia para desmantelar todo
aquello en lo que creemos cada uno de los venezolanos e imponernos un pensamiento
único, que no es otro que ese enredo ideológico que nos han intentado vender
como Socialismo del Siglo XXI. Una vez que lo logre, la disidencia será un
delito, si es que ya no lo es.
No
nos dejemos engañar. El socialismo fracasó. Y fracasó porque más allá de su
retórica pueril no ha logrado mejorar la calidad de vida de la gente. Por el
contrario, la ha empeorado, si miramos a las naciones que hasta recién
ensayaron el socialismo como modelo político. Hoy por hoy, Europa y los Estados
Unidos podrán atravesar una crisis coyuntural pero la crisis en Corea del Norte
y Cuba se instauró y al parecer, será arduo y doloroso superarla.
Heinz
Dieterich y la ralea de seguidores de esa quimera llamada socialismo no quieren
ver lo que es obvio: el socialismo no sirve y para instituirlo hay que
imponerlo por las malas.
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