miércoles, 27 de febrero de 2008

Lina “Frankenstein” Ron

Cada vez que escucho a los jóvenes (y otros no tanto) hablar de socialismo, de “nuestro comandante en jefe” y esas otras pendejadas que se les escuchan a quienes defienden al movimiento que lidera el caudillo criollo, lo más parecido al führer nacionalsocialista que ha pasado por Miraflores, siento coraje. Me enfurece ver como en una sociedad como la actual aún se hable de ideologías.
Lina Ron protagonizó un espectáculo triste en las afueras del arzobispado caraqueño. Su discurso, pobre e ignorante, reducido a una visión demodé de la política y la forma de ver el mundo después de muertas las ideologías. Hablar de socialismo es idiota. Así de simple. Sobre todo cuando restan sólo dos naciones “socialistas-marxistas”, y una de ellas puede que pronto se deje de eso. De más está decir que hoy, las dos engordan las filas de los países más pobres del planeta y que sus gobiernos distan mucho de respetar las mínimas instituciones democráticas. Me pregunto, ¿dentro del discurso atávico de Lina Ron se advierten valores democráticos? Allá ella si prefiere ser tratada como un soldado raso, ¡yo soy civil y me resisto a ser tratado como un soldado dentro de un cuartel!
Las ideologías no aportan soluciones si no se entienden como herramientas. El PSOE español se ha valido de principios liberales para generar prosperidad a las masas más pobres de España. Y el PSOE está inscrito dentro de la Internacional Socialista (como lo está Acción Democrática). Hay que decir que la derecha europea y estadounidense se ha servido de mecanismos propios de la izquierda con el mismo fin. Imponer uno u otro credo, como lo hacen Chávez y las criaturas al estilo de Frankestain que ha creado, no difiere de los gobiernos teocráticos fanáticos.
Las Starmabteilung dirigidas por Ernst Röhm se transformaron en la criatura que Mary Shelley inventó en su obra Frankenstein. Mussolini y, en principio, la Falange española contaron con sus fuerzas de choque. Algo muy parecido a las fuerzas de choque que lidera Lina Ron. Acaso la más fascista entre todos los seguidores del comandante de esta desventurada revolución. Quizás y el propio führer criollo se vea obligado a hacer la misma matanza (ojalá en sentido figurado) de la noche de los cuchillos largos. Tal vez la señora Ron ignore de lo que estoy hablando. Pero no por ello está a salvo de algo tan brutal como artero.
El culto a un líder, como éste que Chávez pretende le rindamos, se comporta igual que un credo. De hecho, Lina Ron parece persignarse cada vez que nombra al comandante, como nosotros los católicos, al referirnos a Dios. Como creyente me resulta repugnante una idolatría así a un hombre, máxime si adolece de tantas imperfecciones como el jefe de la revolución.
Gobernar es un oficio y no la práctica de algún culto. Por eso, las ideologías son sólo las herramientas pero jamás el fin del Estado (o del gobierno, porque no son lo mismo). Eso es lo que Chávez desea para Venezuela… una ideología imperante que, sobre todas las cosas, le rinda a él un culto propio de los dioses del panteón romano.

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