lunes, 13 de abril de 2015

Cuba 2.0

            
El gobierno, como administrador del Estado, lleva 16 años excusándose, endilgándoles sus culpas a otros, llámese el imperio (epíteto éste muy ridículo y cursi), la oposición apátrida o los diversos animales que han generado apagones. Lo cierto es que hoy, escasean productos esenciales, la inseguridad deambula impunemente por las calles, los ingresos son paupérrimos y ya ni siquiera se produce en Venezuela lo que antes, sí. La realidad es que los venezolanos hemos perdido calidad de vida.
            Uno se pregunta, ¿para que se gobierna? Y la respuesta debería ser muy simple: para darle a la ciudadanía calidad de vida. Chávez primero y ahora Maduro, no han gobernado para ello. Su meta ha sido siempre defender una ideología. Para los líderes izquierdistas, empezando por ese viejito con cara de bonachón que es Pepe Mujica y terminando en la dictadura liderada por los hermanos Castro, primero está la ideología y la imposición de un modelo en el que insisten machaconamente, aunque hace más de veinte años que quedó demostrado su fracaso para resolver los problemas de la gente. Si en Cuba se viviera bien, no se arriesgarían tantos en un viaje del que solo uno de tres, logra llegar al destino (las costas de Florida).
            Hoy somos una versión 2.0 de Cuba. Si bien no hay prohibición de viajar al exterior, se ha hecho muy costoso y engorroso hacerlo. Nadie ha decretado una cartilla de racionamiento, pero de hecho, la hay. Tener que presentar la cédula de identidad para comprar una vez por semana es de hecho, una cartilla de racionamiento. El salario mínimo (Bs. 5.622,48) es tan paupérrimo que apenas cubre más o menos un sexto de la canasta básica (Bs. 33.759,96 para enero 2015).
            La revolución socialista terminó empobreciendo a la gente, como prometía hacerlo. La verdadera revolución no está en esa idea absurda de robar al rico para darle al pobre, haciendo a la larga de todos unos mendigos y del Estado (y sus administradores) los explotadores más horrendos que la humanidad haya conocido. Está en la reducción sustancial de esa brecha, hoy abismal, entre el ingreso y lo que cuesta la vida. Se trata de mejorar cada vez más, la calidad de vida de las personas.
            Nadie ha dicho que sea fácil. Tampoco es imposible. Otras naciones latinoamericanas lo hicieron en el pasado. Sin embargo, no se logra una meta como ésa sin el consenso de todos o al menos, de casi todos. Todas las facciones, sean políticas o no, están llamadas a un gran consenso nacional para que juntas, desarrollen un programa de desarrollo a corto, mediano y largo plazo, que reparta los sacrificios racionalmente y asegure beneficios generales dentro de un término razonable para los empresarios y para los trabajadores. Sí se puede crear una economía asentada sobre relaciones beneficiosas para todas las partes. Requiere tan solo de voluntad para hacerlo.

            Venezuela se encuentra hoy a la cola del continente. Somos pobres, vivimos mal. Esto es resultado inequívoco de políticas probadamente fallidas, aplicadas tercamente desde la llegada de Chávez al poder. Culpar a quién sea de nuestras desgracias no va a resolverlas, como tampoco insistir con medidas que han sido la causa del actual colapso económico. El gobierno fracasó en su cometido. Así de simple. Pero, al igual que sirve de nada culpar a fantasmas por los errores propios, tampoco ayuda mucho machacar sobre lo evidente. Se requiere en cambio un verdadero plan de acciones, que en vez de ofrecer tan solo cambios de nombres, plantee una transición hacia un modelo más eficiente. 

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