lunes, 13 de abril de 2015

Bailando con el diablo

            
La Orden Ejecutiva de Barak Obama es solo carne para zamuros. Tristemente, muchos líderes, quizás negados a ver las consecuencias de la crisis, andan bailando como el ave carroñera, en busca del pellejo. Dudo que la política exterior estadounidense persiga apoyar o defenestrar a Maduro (o cualquiera otro gobierno en las Américas). No le interesa. Su objetivo es minimizar los riesgos a su seguridad interna. Es obvio que a Obama le ha tocado en suerte lavarle la cara a su nación. Ya la tenía sucia y el gobierno de George W. Bush la embarró aún más.
            La corrupción puede ser inofensiva para Estados Unidos, u otro país, siempre que se limite a las contrataciones de carreteras o aun al contrabando de gasolina entre Venezuela y Colombia. Otra cosa muy diferente lo constituye, desde luego, la corrupción que negocia con narcotraficantes y terroristas. Ésa sí es lesiva a los intereses estadounidenses, y del mundo. Y en consecuencia, puede redundar en mayores problemas para los venezolanos. No olvidemos, Barak Obama no gobierna para los venezolanos, lo hace para sus nacionales y dada su condición de policía del mundo (más por necesidad planetaria que por gusto de los norteamericanos), para preservar la paz mundial.
            Los venezolanos estamos obligados, más por necesidad que por gusto, a comprender la gravedad del discurso oficial y no de una Orden Ejecutiva dictada para resguardar a los Estados Unidos de amenazas reales, como los ataques terroristas y el lavado de dinero a través de la economía estadounidense, y que sin dudas, afecta únicamente a algunos funcionarios venezolanos y no al resto del país. El problema estriba en la irresponsabilidad de un gobierno cuya política exterior se fundamenta en lazos ideológicos (que solo representan a una parte cada vez menor) y en la enemistad con Estados Unidos. Todo aquél que apoye su ideología y se oponga a Estados Unidos se le considera aliado, aunque sea el mismo Satanás.

            Los marines, sabemos todos, no van a desembarcar en las costas venezolanas, como tampoco van a caer bombas gringas sobre nuestras ciudades. A Estados Unidos le basta con aislarnos, con abandonarnos a nuestra (mala) suerte. Su política se orienta a acercarse a los demás países americanos, si Venezuela no lo hace, ése es nuestro problema. Así de simple. Toca pues, en todas las bancadas políticas, desnudar esta irresponsable conducta e ir en busca de soluciones, porque de no hacerlo, Estados Unidos seguirá siendo la más grande potencia del mundo, ayudará a las Américas, mientras nosotros, como Cuba hace medio siglo, nos iremos quedando aislados y cada vez más pobres. 

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