La Orden Ejecutiva de Barak Obama es solo carne para
zamuros. Tristemente, muchos líderes, quizás negados a ver las consecuencias de
la crisis, andan bailando como el ave carroñera, en busca del pellejo. Dudo que
la política exterior estadounidense persiga apoyar o defenestrar a Maduro (o
cualquiera otro gobierno en las Américas). No le interesa. Su objetivo es
minimizar los riesgos a su seguridad interna. Es obvio que a Obama le ha tocado
en suerte lavarle la cara a su nación. Ya la tenía sucia y el gobierno de
George W. Bush la embarró aún más.
La corrupción puede ser inofensiva
para Estados Unidos, u otro país, siempre que se limite a las contrataciones de
carreteras o aun al contrabando de gasolina entre Venezuela y Colombia. Otra
cosa muy diferente lo constituye, desde luego, la corrupción que negocia con
narcotraficantes y terroristas. Ésa sí es lesiva a los intereses
estadounidenses, y del mundo. Y en consecuencia, puede redundar en mayores
problemas para los venezolanos. No olvidemos, Barak Obama no gobierna para los
venezolanos, lo hace para sus nacionales y dada su condición de policía del
mundo (más por necesidad planetaria que por gusto de los norteamericanos), para
preservar la paz mundial.
Los venezolanos estamos obligados,
más por necesidad que por gusto, a comprender la gravedad del discurso oficial
y no de una Orden Ejecutiva dictada para resguardar a los Estados Unidos de
amenazas reales, como los ataques terroristas y el lavado de dinero a través de
la economía estadounidense, y que sin dudas, afecta únicamente a algunos
funcionarios venezolanos y no al resto del país. El problema estriba en la
irresponsabilidad de un gobierno cuya política exterior se fundamenta en lazos
ideológicos (que solo representan a una parte cada vez menor) y en la enemistad
con Estados Unidos. Todo aquél que apoye su ideología y se oponga a Estados
Unidos se le considera aliado, aunque sea el mismo Satanás.
Los marines, sabemos todos, no van a
desembarcar en las costas venezolanas, como tampoco van a caer bombas gringas
sobre nuestras ciudades. A Estados Unidos le basta con aislarnos, con
abandonarnos a nuestra (mala) suerte. Su política se orienta a acercarse a los demás
países americanos, si Venezuela no lo hace, ése es nuestro problema. Así de
simple. Toca pues, en todas las bancadas políticas, desnudar esta irresponsable
conducta e ir en busca de soluciones, porque de no hacerlo, Estados Unidos
seguirá siendo la más grande potencia del mundo, ayudará a las Américas, mientras
nosotros, como Cuba hace medio siglo, nos iremos quedando aislados y cada vez
más pobres.
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