Luis
Vicente León habla en su artículo de hoy sobre el tema de la salida (El
universal. Ni con balas ni con votos. 15/06/14). Con su estilo arrogante,
regaña al electorado (no dudo que desesperado por la polaridad en torno al tema
de la salida), pero en su reprimenda dominical olvida que la situación es mucho
más compleja.
Su
artículo plantea lo que las encuestas rezan sobre las protestas callejeras y la
creciente pérdida de popularidad del presidente como consecuencia de la crisis
económica. Asegura el director de Datanalisis que la crisis merma la
popularidad del gobierno pero las protestas violentas y la oferta de una salida
confusa generan también rechazo popular, por lo que parece lógico aguardar a
las elecciones, que, citando al propio articulista, ni con cinco rectores en el
CNE podría ganar. Olvida sin embargo el articulista que la gente, ésa que a
diario sufre los rigores de una pésima gestión de gobierno, no va a esperar hasta
el 2015, cuando se celebren elecciones parlamentarias y, en principio, ocurra
un cambio en la correlación de fuerzas. Antes de los comicios del año entrante,
es muy probable que el país estalle.
Sé,
como el director de Datanalisis, que los venezolanos prefieren una salida
pacífica a la crisis. La complejidad de la situación trasciende no obstante cualquier
discusión sobre ésta aquella salida. Ésa es la parte de la ecuación que no
menciona, simplificándola a una salida por medio violentos (con muy pocas probabilidades
de éxito, por supuesto) y una electoral en 2015 (bastante segura de no estar la
gente inmersa en acelerado proceso de depauperación).
Los
últimos meses del gobierno de Allende estuvieron signados por el grave deterioro
de la calidad de vida de los chilenos. Al momento de producirse el golpe de
Estado, una buena parte de los chilenos si bien no aplaudió el golpe, sí miró
al techo mientras unos gorilas secuestraban el poder, perdiendo así no solo los
socialistas, sino también todas las fuerzas opositoras al régimen del
presidente Allende.
¿Cree
Luis Vicente León y muchos más en ésta y aquella acera que algo así no va a
ocurrir en Venezuela? Supongo que, como hombre serio y culto que es, León sabe el
peligro tácito en un proceso de anomia como el que padecemos los venezolanos.
Sin normas, con una inflación galopante, con una inseguridad que raya en la guerra
civil y un gobierno y una oposición ciegos ante las verdaderas amenazas que se
ciernen en sus propias narices, la llegada de un caudillo parece inevitable. Cabe
preguntarle entonces, ¿cree que no va venir alguien a poner orden?
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