jueves, 26 de diciembre de 2013

Pinball político

¿Qué nos pasa? Llevamos 14 años dando tumbos, como las pelotitas de los pinball. Y salvo terminar irremediablemente en la buchaca que suma derrotas (en las maquinitas pinball), no hay en la reciente política venezolana un atisbo de seriedad. Hay un afán desmesurado y sinvergüenza por ganar elecciones, mas no lo hay por estructurar soluciones a los muchos males que aquejan a este país desde antes de llegar la desgraciada revolución al poder.
No se trata de simplemente de legislar, que la solución a los problemas no se decreta. Se habla impúdicamente de nuevas leyes, de nuevas constituciones, de regular los problemas, como si tal cosa fuese eficiente. Sin embargo, nadie habla de su solución. Ningún líder discute un programa de gobierno alternativo, que ofrezca hechos concretos destinados a minimizar la delincuencia, a reducir la inflación, a generar empleos bien remunerados, a mejorar la asistencia hospitalaria… en fin, acciones que ciertamente mejoren la calidad de vida de la gente, en las ciudades tanto como en la provincia profunda.
Se escupen críticas en contra de este desgobierno. Críticas que son desde luego válidas y necesarias. Pero poco se dice de cómo solucionar la miríada de problemas que agobian al ciudadano común. No basta señalar los errores. También se adeudan correctivos, porque de otro modo, la gente solo escuchará la retórica embaucadora del gobierno y sin otros argumentos, creerá ésta como cierta. La gente necesita escuchar otras opciones y los líderes opositores deben ofrecerlas.
El éxito del chavismo se debe en parte a eso, a la oferta hecha por el caudillo sedicioso a las clases más golpeadas por la crisis. Otra cosa es que su retórica haya resultado ser el falso y anacrónico discurso socialista disfrazado de novedad. El deber del liderazgo está ahora a prueba. No hay elecciones en puertas, pero mal puede adormecerse, porque los lobos siguen acechando. 

No hay comentarios: