lunes, 21 de mayo de 2012

Mea culpa


          “Caracas, ciudad de despedida” ha sido uno de esos fenómenos que de vez en cuando surgen en los medios. Con un lenguaje llano, sin la pulcritud académica, aún con un vocabulario ofensivo al buen castellano, así como argumentos pobres e incluso banales para exponer sus ideas, estos muchachos reclaman una queja válida: no hay un futuro prometedor para ellos. Y si a ellos los culpan por decir que de querer irse, se “irían demasiado”, recordemos que la culpa no es de ellos, que en su mayoría sólo han visto este desgobierno desatinado que la mayoría de nosotros, responsables de legarles un país mejor, elegimos, no una sino repetidas veces.
            Muchos inmigrantes han venido a esta tierra a dar lo mejor de ellos. Y muchos de ellos, venidos de Europa, han contribuido a engrandecer estos países del Nuevo Mundo. Incluso aquellos que han llegado de naciones hermanas, como Cuba, Argentina y Chile han hecho de éste, su país. Y yo les pregunto, ¿eran ellos cobardes o sólo huían de los horrores del nazismo-fascismo, de las tragedias que imponen las dictaduras, sean de derecha o izquierda? Esos inmigrantes eran apenas hombres y mujeres desesperados por la ceguera - ¿o idiotez? – colectiva en sus países de origen. Hoy por hoy, nuestros hijos salen de las universidades y escuelas tecnológicas, graduados no para forjarse ellos un destino y por aditamento, contribuir al desarrollo de la nación, sino para vender un falso triunfo político, y, por ello, en vez de trabajar en eso para lo cual se prepararon, deben granjearse el pan de cada día con cualquier empleo mal pagado. Cabe preguntarse entonces, ¿podemos culparlos por legarles este país depauperado? ¿Podemos exigirles que se queden cuando les negamos el futuro que se merecían?
            No culpemos al que culpa no tiene. Ése ha sido una de los defectos que como sociedad más daño nos ha causado. Ese mal hábito de desentendernos de lo que nos atañe para endilgárselo a otros y luego, cuando no obtenemos nada, quejarnos como un camión de cochinos. Somos responsables nosotros, la generación sándwich, que imbecilizados por un discurso antipartido y por aquello de que todos son responsables de nuestros errores menos nosotros mismos, empoderamos a un tirano hasta darle la soga con la cual nos ahorca.
            Y para quienes se burlan del lenguaje pobre, pues les digo, no hagan chistes que eso también es culpa nuestra.

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
Abogado


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