jueves, 10 de mayo de 2012

¿De qué derecha hablan?


Hablar hoy de izquierda y derecha es un anacronismo, pero eso es Chávez y su movimiento, un anacronismo

            Escucho hablar a los voceros del oficialismo sobre la derecha y siento pena. Ésa que mi abuelo tildaba de ajena. Y siento pena porque quienes nos gobiernan hoy, que son los conductores de nuestras vidas al progreso y al desarrollo, demuestran ignorancia acerca de la historia política de este país y del desarrollo de los partidos políticos a lo largo del curso del siglo veinte, que bien puede decirse, empezó para este país con la muerte del general Juan Vicente Gómez. Muestran ignorancia también porque hace rato ya que los términos derecha e izquierda están en desuso.
            El partido venezolano más longevo ha sido, sin lugar a dudas, el PCV, fundado por los opositores a la dictadura del general Gómez y legalizado durante el gobierno del general Isaías Medina Angarita. Y el comunismo venezolano – haya militado o no en el PCV – procede de dos corrientes. Los que se formaron en el extranjero, con lecturas metódicas acerca del ideario de Marx, y los que recibieron una instrucción panfletaria y simplista de la mano de don Pío Tamayo, durante sus estancias en el Castillo de Puerto Cabello, una de las prisiones más horrendas del gomecismo. De estas dos corrientes de jóvenes comunistas surgieron los variopintos partidos que hoy hacen del tarjetón electoral un auténtico carnaval. Y es por ello que en estas tierras venezolanas, tropicales y calenturientas, no ha crecido un genuino movimiento de derecha como lo hay en el Cono Sur.
            Antes de proseguir, aclaro que nunca fui adeco. Siempre fui y me considero hoy, un fiel copeyano, uno que comprende que otras corrientes políticas han insurgido en la tómbola política nacional y que siguiendo el refranero popular siciliano, todo tiene que cambiar para que permanezca igual. Sin embargo, desde su fundación en 1941, AD fue el partido de mayor ascendencia popular, reuniendo en su seno a gente de todas las raleas. Y fue justamente eso lo que hizo de AD un partido grande, uno que, de paso, trascendió a su fundador, don Rómulo Betancourt. Y fue AD, desde sus inicios, un partido de izquierda. Pero no esa izquierda subversiva e irreductible, que no aceptó los términos propuestos por la pacificación de 1969, ni siquiera la del viejo maestro Luís Beltrán Prieto Figueroa (retardataria y sectaria), sino una izquierda moderada. AD se inspiró en la vanguardia escindida del marxismo-leninismo, defendida por Karl Kautzky y Eduard Bernstein. AD es eso que hoy, de tiempo en tiempo, gobierna en las naciones de Europa (a veces, acertadamente): la socialdemocracia.
            Y si bien puede decirse que los partidos europeos se definen entre la izquierda y la derecha (el PP y el PSOE españoles, por ejemplo), a pesar de ser un anacronismo, comparar las izquierdas europeas (francesa o sueca) con este tinglado comunistoide que propone el chavismo es una demostración de ignorancia tal que sólo puede equipararse con la estupidez. Suecia no es socialista. Es una monarquía constitucional que, por eso mismo, por tener un rey, ni siquiera intenta proclamarse como una genuina democracia al estilo americano (quienes, muy a pesar de los izquierdistas extremistas, dieron forma a las ideas de La Ilustración francesa). Y bien sabemos, los principios democráticos se respetan mucho más en esas sociedades “monárquicas” que en éstas de por estos lares, que se ufanan – inmerecidamente – de ser valuartes democráticos.
            El socialismo de Chávez (ése, llamado por Alexander Buzgalin (aunque se le endilgue este término al filósofo germano-mexicano Heinz Dieterich)  como del siglo XXI) execra de la vida social la propiedad privada de los bienes de producción (esto es lo que precisamente define en esencia un auténtico modelo socialista). En Suecia no existe esa confiscación abusiva de la propiedad privada para beneficio de unos pocos burócratas. Ésa es pues, la diferencia. Suecia aplica – con más rigor, posiblemente – lo que se conoce como socialdemocracia. Y es esa “izquierda” moderada la que desde siempre ha regido en el ideario político venezolano, sin importar si se era adeco (representantes nacionales de la socialdemocracia), copeyano (social-cristianismo) o cualquiera de las corrientes surgidas precisamente de los incipientes partidos que comenzaron a hacer vida pública en la década de los ‘40, porque, quiérase o no, todos las organizaciones políticas de este país proceden de cuatro grandes vertientes: el PCV, AD, COPEI y, por la escasa trascendencia que pudo tener durante la dictadura militar, URD (que a pesar de ello y de ser su abanderado el presidente de la Junta de Gobierno, no logró la victoria electoral de 1958). Y no lo dude, unos con más énfasis que otros, todos militaron en la izquierda del espectro político.
            Entonces, ¿de qué derecha hablan? ¡Por Dios! La Cruzada Cívica Nacionalista (partido perezjimenista) era un dinosaurio extinto, que, junto con el minúsculo Partido Laboral Venezolano (PLV), no pueden siquiera considerarse una fuerza política real.
            Podremos ser opositores, aún viscerales, de este desaguisado revolucionario (lo somos precisamente por esa razón) y podremos defender valores liberales (que los chavistas tildan de burgueses y elitescos), pero salvo contadas excepciones – sin menoscabo de su derecho a serlo – eso que llama ultraderecha no ha existido en el ideario político venezolano los últimos cien años.

Francisco de Asís Martínez Pocaterra
10 de mayo de 2012

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