miércoles, 11 de febrero de 2009

El último mandato

Cada mañana, el presidente del CNP, William Echeverría, nos dice que huele a café y arepita con mantequilla. Sin embargo, a mí me huele mal. Muy mal.
Si creyéramos en el tarot, lo cual supongo que no es el caso, una tirada de cartas sobre el actual gobierno abriría sin duda con el arcano del Diablo. No crean ustedes, señores del PSUV, que comparo al caudillo de su causa con el propio Satán. Apenas intuyo energías negativas, ésas que los entendidos denominan “bajo astral”, fluyendo en torno a la conducta del comandante-presidente. Hay, a mi juicio, energías oscuras, para no apartarme del léxico esotérico, rondando la obsesión del teniente coronel con eso de reelegirse a ad infinitum.
Siguiendo con esta lectura imaginaria del tarot, la juventud rebelde, como siempre lo ha sido, parece erigirse, como el paje de oros, renovando con su novedad y frescura los esfuerzos de una población agobiada y de un gobierno rancio, representados por el nueve de bastos. Y sin perder esta narrativa taumatúrgica, puedo decir que nuevos acuerdos que de paso, son creadores de experiencias, representados por un tres de oros, podrían surgir.
Creo, por lo menos, que muchos afectos al gobierno, gente que ayer pudo tenerle fe al caudillo, o incluso que aún le guardan simpatía, dudan de las trampas que parece ocultar el jefe de este tinglado con ese asunto de la enmienda, como lo sugeriría el siete de espadas.
Por eso, el marasmo. Por eso, la parálisis. Nada importa. Sólo la reelección del jefe. Pero aun más, este marasmo, representado por el Colgado, también refleja la situación del gobierno, inmerso en sus propias trampas, atrapado por una nación que se encuentra agobiada y, dudosa de sus intenciones.
No se asuste, señor Chávez. La juventud entusiasta sólo cerrará un ciclo, que desde luego, no tiene por qué concluir con su salida de Miraflores. Pero su gobierno sí concluirá un ciclo, el de las energías oscuras marcadas por el Diablo (insisto, el arcano y no ése otro) y el marasmo, esa fuerza de encontrarse entrampado en sus mentiras. Entonces, finalmente y como camino de salvación, abrirá el espacio al disenso, a la negociación. A dar y recibir equilibradamente… armónicamente, como lo sugiere el seis de oros. Si así procede, sólo perderá el poder cuando finalice éste, su último mandato.

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