Cuentos de camino
La gente, por lo general, no ahonda y reflota
en la superficie como los nenúfares en los estanques.
No faltan análisis, y por
qué no decirlo, infinidad de fábulas sobre una diversidad de escenarios, unos
más probables que otros, y algunos más, ciertamente improbables. Son muchos, no
hay duda de ello. Sin embargo, si bien importan para otros fines prácticos,
todos los escenarios se reducen a la posibilidad real de materializarlos. En
este momento, de cara a lo que pareciera ser una clara alteración del statu
quo, luce confuso lo que pueda ocurrir no solo el propio 28 de julio, sino
antes y después.
Se sabe, anuladas las instituciones, como
ha ocurrido en Venezuela en estos veintitantos años, y como sucede en los
regímenes autocráticos, los gobiernos controlan todos los entes encargados de
ejercer los contrapesos necesarios para que la democracia funcione. Sin
embargo, en los procesos de cambio, los factores de poder, esos que, según Vilfredo
Pareto, los motorizan y los hacen posibles, reemplazan a las instituciones en
ese propósito. Si bien sus motivaciones no son del todo loables, y puede que
incluso, egoístas, en un análisis de costos y beneficios, por lo general
basados en la percepción del contexto, bien pueden apalancar transiciones para
resguardar sus intereses, y que, en no pocas ocasiones, se alinean con los de
la ciudadanía.
El 22 de octubre pasado, les guste o no,
ocurrió un evento de magnitudes telúricas en el terreno político. El resultado
de las primarias alteró las relaciones de poder, como lo hizo el liderazgo creciente
de Chávez en el año 1998. Al igual que entonces, la ciudadanía sentía hartazgo
por una dirigencia decadente, así como los factores de poder, miedo frente a
cambios para los cuales no estaban preparados. Hoy, el rechazo al gobierno
revolucionario, sentimiento común en ocho de cada diez venezolanos, se suma a
un liderazgo potente, respaldado por un nutrido número de electores, que genera
confianza en la mayoría de los actores sociales. Los grupos poderosos,
temerosos de perder sus negocios e intereses, justamente por ello, parecen
ganados por la transición. En un análisis de costos y beneficios, esta resulta
más ventajosa que la prolongación de un gobierno autocrático tanto como ineficiente,
origen indiscutible del actual colapso.
Sin embargo, la revolución tiene sus
náufragos, y, por lo visto en los medios, sus jefes se aferran desesperadamente
al poder hegemónico construido en estos veintitantos años. Apuestan por ello al
control de las instituciones y al recrudecimiento de la represión. Apelan al
miedo de los ciudadanos, sea para unos la pérdida de esas dádivas que les
permiten sortear la crisis y, para otros, los negocios amparados por la élite.
Se resume todo pues, a un pulseo de fuerzas
más que a escenarios diversos, los cuales, en todo caso serían solo la
expresión de ese pugilato. Cabe preguntarse entonces, si tiene cada uno con qué
imponerse sobre el otro, o, cuando menos, suficiente empuje para pactar una
negociación aceptable para ambos. He ahí el verdadero análisis.
Si nos atenemos a las evidencias
disponibles, las redes sociales y los medios, a ese reportaje que cada quien
hace con sus teléfonos inteligentes, podemos acercarnos al contexto, a los
hechos y no a meras opiniones. Por un lado, la campaña del gobierno,
desangelada y sin norte, insiste con una oferta ideológica desgastada y sin
credibilidad para el electorado. Por otro, el ánimo ciudadano en cuanto lugar
visite María Corina Machado se corresponde plenamente con la percepción de la mayoría
de los ciudadanos y de quienes desde exterior están atentos a la crisis
venezolana. Esta es pues, la realidad que no solo vemos a diario, sino la que,
en efecto, retratan las encuestas.
El gobierno podrá ignorar
más que su deterioro y el desprecio ciudadano, su palpable precariedad de cara
al futuro, y, por ello, construir narrativas delirantes destinadas a justificar
sus eventuales maniobras para prevalecer. Sin embargo, sean cuales sean estas,
cabe preguntarse si ahora puede materializarlas. Lo demás, son solo
especulaciones y cuentos, deseos más que verdades.
Pase lo que pase el 28 de julio, el juego
continúa.
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