Para no perder ese mal hábito de los socialistas,
quien hoy ejerce el cargo de defensor del pueblo (con minúsculas, no porque
haya desdén hacia él, sino porque las normas de la lengua española señalan que
así se escribe) se detiene únicamente en las formas y obvia la esencia de las
cosas. En primer lugar, omite el garante de los derechos populares, que de
seguir Maduro transgrediendo la constitución y las leyes, podría plantearse un
juicio político y sin dudas, el procedimiento sería mucho más breve. Si no,
indague pues, el juicio a Carlos Andrés Pérez. Pero impone recordarle a ese
señor, el meollo de lo que sucede en este
país: la crisis ya ha hartado suficientemente al pueblo; ese, cuya defensa es su oficio.
Esa gente necesita una respuesta que ni Maduro ni el PSUV están dispuestos a
darles. Ellos solo prolongan machaconamente el legado del comandante, que,
según los expertos, es la verdadera causa de este desastre.
Resulta interesante, ¿o debería decir hipócrita?,
que los militantes de un modelo político y un régimen que tienen sus orígenes
remotos en un acto sedicioso, ignoren impúdicamente el discurso de los rebeldes
luego de las intentonas del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992 ¿No reivindicaban
ellos, esos golpes de Estado? No avalo ese delito (el de rebelión militar). Sin
embargo, ¿no hay razones ahora para proponer el mismo discurso? Debe refrescárseles
a ellos pues, la vieja conseja popular: la salsa que es buena para el pavo,
también lo es para la pava.
Insisto, yo no avalo golpes de Estado. No creo en
ellos porque liberan demonios, que deben permanecer encadenados en sus
infiernos. Sin embargo, lo que diga yo, que soy apenas un «opinador», importa
muy poco. Significa sí, la desesperación del pueblo, que podrá escuchar otras
soluciones; y, urge detenerse a pensar mucho más, en los pescadores en río
revuelto, que verán en esas personas, una oportunidad de oro para medrar. No me
culpen a mí solo por recordar vicios del pasado.
Maduro podría plantear una solución apegada a la
ley, que le salvaría de la apostasía revolucionaria y le lavaría el rostro
frente a la historia: su renuncia. Entiendo que no desee claudicar su credo,
que imagino, está consustanciado con su ser. Según entiendo, ha sido un
militante de la izquierda radical desde hace mucho. Pero, como ya dije, a la
gente, esa que no consigue papel higiénico ni comida ni medicinas ni empleo, le
importa un bledo su consustanciación con el socialismo, como en su momento,
tampoco le importaban las buenas intenciones de Pérez. Además, podría salvar la
memoria y legado políticos del comandante (aunque sea un zurrón de necedades), porque
sus seguidores ya empiezan a olvidarlo, ocupados como están en la búsqueda de
pollos, latas de atún y desde luego, que no les maten para robarles.
La verdad es que la renuncia de Maduro podría
ahorrarnos muchos problemas a todos.
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